Fiat Lux

Poesía

Un punto de partida es sólo eso. Sin nombres antes de él, ni nombres después de él.

Al principio el todo era informe y vacío. La noche cubría la superficie del abismo. Y el espíritu de la forma revoloteaba sobre las aguas. Luego vino el punto.

Eres, cuando te alejas, un punto. No punto de partida. Ni punto de llegada. Sólo eso: un punto.

Un punto es el sitio exacto donde nos dejaron plantados y nos hicieron sentir culpables. Un punto es la cita a la que nadie acude en el mall. Un punto es el lugar donde mi sombra adquiere la forma de una vitrina vacía.
Sin longitud / ni anchura / ni profundidad. Apenas el cruce de dos líneas rectas que pueden ser caminos / o ríos / o lenguas de fuego.

El punto es un beso / extremo septentrión, quizá / el anuncio de un Agujero Negro / la entrada al otro lado de la página.
El sol es imperfección. Punto negro en plena nariz del firmamento.

Del Mirlo

El surco que en su vuelo hace el mirlo es un arco.
Llega, puntual, el mirlo. Como la mañana en que tus pasos te guiaron más allá del risco.
Hay más de trece formas para mirar un mirlo. Yo sé de por lo menos veintisiete. Mis vecinos me hablan de hasta cincuenta y dos.
El trino del mirlo se fragmenta en miles de sonidos. Llega a todas partes como las ondas expansivas de la dinamita.
El mirlo vuela más velozmente, para alcanzar su infancia.
Desacelera el mirlo, planea versiones del paisaje: tiene en sus alas el equilibrio del firmamento.
Un roble erizado de mirlos pesa más en la Memoria que la gloria siniestra de una telaraña.
Tremenda pinta la del mirlo. Solo le haría falta un traje de lino crudo y su sombrero Jipijapa para ser todo un Señor Mirlo.
La sombra del mirlo ha madurado mucho desde la última vez que se encontraron. El grito del mirlo empuja su sombra, para que caiga de una vez por todas.
El canto del mirlo, sin el mirlo, vuela a ras de la superficie del mar.
Se declara en huelga el mirlo. No hay más trinos; ninguna otra cicatriz en el cielo.

Madrigal

Ahora que mezclo licores por mejor hacer, los recuerdos más firmes que tengo de mi madre son esos brazos morenos que eran mi nogal: de él colgaba mi columpio para jugar con mi hermana muerta. Recuerdo cuando el viento hacía su trabajo, que era levantar la falda de las mujeres para que escuchara los colores de la humedad. Cuando dudé si soplar, como a la llama de un gran cirio, el último aliento de mi madre de una vez por todas, por mejor hacer.

Noche & Noche, CÍA. LTDA.

En la oscuridad caminarás sin freno sobre el poema y cruzarás este libro, como quien cruza un cheque. No consumirás sus imágenes sin haberlas depositado antes en tu propia canción / sin haberlas sumado a la noche de tu noche / ni a la música de tu música:

a) Cruzarás, ágil, como los delfines
b) Cruzarás pausadamente, como una ballena azul
c) Cruzarás en silencio, como una estrella de mar

Y al consignar tus mundos, podrás sobregirarte en una crónica sin fin de contravenciones. No hay obstáculos para el escriba, si es dueño de la Nada.

Calentamiento Global

Mis egos dentro de ti:
polvo serán, mas polvo enamorado.
(Amor constante más allá de la muerte, Quevedo)
polvo serán, mas ¿polvo enamorado?
(Después de la bomba atómica, Roque Dalton)
polvo, polvo enamorado serán, mas…
(esta Geometría moral)