Sin piedad y sin techo

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Eran las siete de la noche, y yo venía desde el otro lado. La sirena de mi casa estaba sonando, pero no era ningún ratero, sino era el vecino que venía gritando: ¡Salgan se viene el huayco, suban al cerro!, decía; yo agarré a mis hijas y mi esposa para subir al cerro. El agua se llevaba mi cocina y mis gallinitas, el perro de la vecina ya se había muerto, yo solo he perdido parte de mi casa, pero el vecino todito.», es lo que cuenta Humberto Mamani, dueño de una tiendita en la esquina del Barrio San Jerónimo. El nombre de la calle no lo conocimos, pues no había calles, sólo estaba la ruta zanjada que habían dejado las aguas lodosas del huayco que se llevó al distrito de San Jerónimo en el límite de Paucarpata y Mariano Melgar, el pasado viernes 11.

«Las lluvias se sintieron intensas toda la semana, pero como sea la atajábamos para que no entre, con tierra y latas tapábamos la puerta, pero ya era muy fuerte que venía de arriba, entonces el vecino gritaba, se viene el huayco, yo agarré a mis hijitas sin chancletas sin nada, tuvimos que salir! Y así lo hicieron. Balbina Márquez que ni siquiera tuvo tiempo para coger una chompa o una frazada, solo a sus hijitas para huir de la avalancha. Al igual que ella todos contemplaban el desastre, aunque a salvo sabían que el día siguiente no sería igual, ninguno de ellos está preparado para comenzar, otra vez desde cero.

EL DRAMA DE CIRILO

Ya cuando paró de llover, los niños se habían acomodado como pudieron en la casa de alguna vecina o en un albergue. Pasaron la noche, aunque con frío, pero lejos de la lluvia debajo de la cual solían jugar y que ahora reprochan por haberles quitado su hogar. Pero quien se llevó la peor parte de este desastre, fue Cirilo Huanca, cuya desgracia ha incrementado su tamaño en un par de horas. «Qué hubiera sido si ella se encontraría en la casa, también se la hubiese llevado el huayco» dice entre lágrimas, pues algo de suerte tuvo su esposa al estar internada en el hospital, pues sufre de fibrosis pulmonar y debido a ese malestar tuvo que ser llevada al hospital de emergencia, días antes, escapando quizás al fatal destino de haber sido arrastrada junto con su casa.

Hace cinco años que su esposa fue diagnosticada con este mal que no tiene cura, pero que Cirilo y sus tres hijos hacían llevadero al asistirla con balón de oxígeno, el mismo que habían conseguido tras penosas gestiones y qué finalmente pasó a ser el tesoro de la casa; lamentablemente la esposa de Cirilo no podía vivir sin estar conectada al balón, pues por su propia cuenta no podía respirar. «Qué puedo hacer, la medicina me ha desahuciado, ella es así, es su enfermedad, es mi esposa, tengo que estar con ella, es la madre de mis hijos, con ella hasta el fin, hasta que Dios me dé vida» dice Cirilo y nuevamente se quiebra en llanto.
El balón se fue con la avalancha, «Aunque algunos vecinos le han dicho que lo han visto enterrado por el puente de Miguel Grau, ya un par de personas se lo han llevado en un carro plomo, ojalá y lo devolvieran, yo les pagaría su molestia.». Un balón de oxígeno para realizar recargas cada dos días, según lo necesita Cirilo, le cuesta mil quinientos nuevos soles aproximadamente., recién había comenzado a trabajar desde el lunes pasado, pero ahora también deberá resignarse a perder su trabajo. Sus hijos de 16, 14 y 9 años permanecen en el albergue de mariano Melgar, con ropas prestadas de vecinos, y aún no han recibido atención médica siquiera, pues no poseen ningún tipo de documento.

LOS CULPABLES

«Recién el domingo ha llegado ayuda del gobierno regional con maquinaria y por si fuera poco del otro lado han empezado a tirar piedras para que no trabajen, ellos han querido siempre que nos pase esto». Parece que es así, según dice Humberto Mamani, también afectado, la principal causa de este desastre es la desviación del cauce de la torrentera por parte de un par de traficantes de terrenos, entre los cuales figurarían un técnico de la policía llamado Danny Ojeda, que habría invadido el área correspondiente al asentamiento Pilar Nores de García en Paucarpata.

Según esta versión, habría vendido los terrenos y habría sellado el camino de desborde. De allí el huayco explotó en su zona más débil afectando completamente a San Jerónimo de Mariano Melgar. El día que se inició trabajos de reapertura del real cauce, hubo un enfrentamiento campal entre los trabajadores del gobierno regional y los pobladores de Pilar Nores impidiendo que se les quite el terreno invadido.

Ante esto los pobladores dicen no escuchar razón alguna por parte de sus autoridades que ya conocían el problema. Oscar Ayala, alcalde del distrito, prepara una nueva delimitación para evitar que Pilar Nores vuelva a invadir. El resto no dice nada, pero algo está claro, no es necesario arriesgar la vida para entender que contra la fuerza de la naturaleza no se puede. (Giuliana Gutiérrez)