La muerte de Krisel

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Dolor. Los abuelos de la pequeña están inconsolables.

¿Y cómo ha cambiado su vida desde que su nieta se murió? Pues no me acostumbro, es como si la viera entrando por esta puerta, correteando, jugando, bailando, riendo. Ella era como mi hija, ella no me decía abuelo, me decía papá. Ella era alguien tan tierna. Cuando me veía comiendo algo en nuestra tiendita me decía: “papito puedes invitarme, puedes darme tu pastelito, gracias papito”. Es la respuesta resignada de Cristobal Condorimay Quispe, que habla entre suspiros, a su lado está su esposa, Gregoria, quien tiene las mejillas brillantes por las muchas lágrimas que han recorrido su rostro durante estos días. Ellos no entienden como el sujeto que venía conduciendo la camioneta repleta de jóvenes que jugaban a los carnavales está libre después de haber aplastado contra la pared el cuerpo de su pequeña Krisel Condori Condorimay, de 7 años de edad, el domingo 6 de marzo. “La justicia no es para los pobres”, se lamentan.

Son casi las 4 de la tarde. Llegar a su domicilio no fue difícil, pues el pueblo de Pachacútec ha quedado dolido por este caso. Al preguntarle la dirección exacta a una señora de una tienda cercana, ella señala que en la tienda de ahí queda. “¿Cómo han dejado libre a ese señor? Todos los vecinos estamos hablando para ir uno de estos días a reclamar al Poder Judicial?”, reclama la vecina. La casa de la pequeña Krisel es muy modesta, en la entrada funciona una tienda. Hay muchos niños jugando adentro junto con Don Cristóbal. La madre de la niña fallecida no está. “Se encuentra muy mal por lo sucedido. Está embarazada y le acaban de sacar los clavos de su rodilla por un accidente que tuvo – contesta Karina, la hermana de Krisel -. Yo estuve con ella cuando pasó el accidente. Ella era mi única compañera. Siempre andábamos juntas a todo lado. Yo la cuidé desde bebita porque mi mamá estuvo delicada porque Krisel fue sietemesina”. Karina, tiene apenas 12 años y ya sabe lo que es perder a un ser amado.

Don Cristobal cuenta que el día del accidente se disponía a almorzar junto con su esposa, cuando entró su hija Laura Condori Mayta desesperada gritando: mi hija, mi hija…Krisel se ha muerto. “Dejé mi plato en la mesa y me fui con mi hija al lugar del accidente”, recuerda. La escena fue espantosa. Dice que la han velado dos días y que en el entierro, que fue el martes 8 de marzo, en el cementerio Jardines de la Paz, han asistido más de 200 personas, “Todo el pueblo de Pachacutec”. Su hermana Karina dice que todas sus amiguitas del colegio estaban llorando.

Inocencia. Solo 7 años iluminó su hogar. Abajo, medallas dan fe de su empeño en el colegio.

Su vivienda queda en el jirón Estado Unidos del Brasil, lote 3, manzana 25, Zona C de Pachacutec.

Karina, la hermana de Krisel, recuerda: “Yo estuve con ella cuando pasó el accidente. Ella era mi única compañera. Siempre andábamos juntas a todo lado. La cuidé desde bebita”

LIBERTAD CONDICIONAL
Y mientras daban el último adiós a Krisel, en el Poder Judicial el señor Milton Choquehuanca Montiel, sujeto que manejaba el vehículo, recibía la sentencia provisional por parte del juez, Celis Mendoza Ayma. La familia de Krisel cree que fue a propósito que programaron la audiencia para ese día en que todos estaban en el entierro. Milton estaba vestido con una casaca negra en el juicio. El juez le concedió libertad provisional y al pago de 25 mil soles como garantía para que no se fugue hasta el inicio del juicio. Al parecer el juez le concedió la libertad por no haberse ido a la fuga, no haber sobrepasado la cantidad de alcohol para declararlo en estado de ebriedad en el accidente, el no contar con antecedentes, tener un trabajo estable, un hogar fijo y una esposa que está embarazada. Pero la familia de Kristel no cree esta versión. El señor Cristóbal dice que el conductor no tiene licencia de conducir y además vio cuando los efectivos que lo intervinieron le dijeron que tenía un fuerte aliento a alcohol. “Dicen que sólo había cajas de cerveza en la parte trasera de la camioneta, pero nosotros vimos que había cervezas de lata en la cabina del conductor”, dijo el abuelo de Krisel. Karina indica que ellos quisieron darse a la fuga, pero la gente no se lo permitió.

EL LAMENTABLE ACCIDENTE
“Estábamos por la calle San Juan de Dios. Krisel estaba feliz porque le habían comprado una mochila para el colegio. Además mi papá le había comprado un chisguete de espuma. Mi papá se detuvo para hacerse lustrar los zapatos, de pronto apareció la camioneta a toda velocidad por la calle Olímpica. Estaban persiguiendo a unas chicas para mojarlas. La camioneta perdió el control y se fue contra el triciclo donde una mujer vendía jugos de naranja. Todos tratamos de esquivar la camioneta, traté de jalar a mi hermanita pero no pude. Antes que la camioneta le presionara el estómago ella gritó: “papá”. De su vientre le salieron sus tripitas. Nos dijeron que no la levantemos. Todavía estaba viva, porque movía sus deditos, pero terminó por desangrarse”, relata Karina.

UNA NIÑA INTELIGENTE
Su abuela Gregoria saca una por una las diplomas de Krisel, primeros puestos, medallas, exámenes con nota de A, fotos de participaciones en danzas, bailes, reina de su colegio Murillo Bernal. Luego las vuelve a guardar con parsimonia, con cariño, como acariciando su recuerdo. Su hermana Karina dice que Krisel le decía que quería ser doctora cuando sea grande. Ahora todos esos sueños han quedado desvanecidos. Y el profundo dolor aún está latiendo en esa casa. “Yo lloro cuando no me ve nadie, hace media hora no me aguanté la pena, en cambio, mi señora llora a cada rato”, confiesa don Cristobal. Son casi las 6 de la tarde y la oscuridad va envolviendo la tienda. Don Cristóbal le pide a su nieta Karina que encienda la luz. Eso sería bueno, un poco de luz, un poco de esperanza y tranquilidad para esa familia que está pasando por una tragedia impensada.

EL TESTIMONIO DE LA MADRE

El representante del Ministerio Público, Walter Alca Bernal, indicó que la familia estaba en conversaciones para llegar a un acuerdo con el acusado, Milton Choquehuanca Montiel. Sin embargo, la madre de la pequeña, Laura Condori Mayta, dijo entre lágrimas que no hay ningún acuerdo. “Es mentira, quiero que se haga justicia. Me ha quitado a mi bebé”. La madre pide el apoyo de la gente, pues no puede trabajar por un accidente que tuvo. La empresa Carsa se comprometió a ayudarla, pero hasta ahora no recibió nada.