Probablemente muy pocos jóvenes peruanos conocen el triste y dramático historial de La Oroya, nacida al olor de metales fundidos allá en las alturas de la sierra central. Tal vez sean muchos menos quienes han estado alguna vez por allá; como para darse una cabal idea de lo que la actividad minera es capaz de hacer, no sólo con el pasado y el presente de un sufrido pueblo, sino también con su futuro. Intuyo que, por lo menos, habrán oido hablar de Doe Run y sus estrechos vínculos con Renco Group, manejada por Ira (pronúnciese “aira”) Rennert León, aunque tampoco creo aparezca en sus listas de contacto en las redes sociales.
Pero algo que no podemos dejar al olvido es que gracias a la actividad minera en La Oroya, el Perú se hizo de fama mundial por tener la ciudad mas contaminada del planeta, (aunque más que honor resultó toda una vergüenza mundial). Eran tiempos de la Cerro de Pasco Corporation. Luego de ser mal administrada por el Estado Peruano, la actividad se volvió a privatizar y cayó en manos de Renco Group, dueña de Doe Run, quien ha venido operando desde 1997 en La Oroya, continuando con la degradante actividad minera que llena de plomo los suelos, el aire y el agua de la zona.
El caso es que a pesar de las múltiples y reiteradas facilidades que el gobierno peruano le ha dado a Doe Run para que cumpla con implementar su Programa de Adecuación y Mitigación Ambiental – PAMA, ésta empresa no solo ha incumplido con dicha obligación; sino que, muy majaderamente, no quiere reconocer la deuda de 163 millones de dólares por incumplimiento, ni mucho menos los casi 900 millones de soles que debe a Osinergmin, ni los 170 millones a la Sunat, ni mucho menos los 300 millones que tiene pendientes ante otros tribunales.
Pero eso no es todo. Esta irresponsable empresa (causante de la degradación ambiental de La Oroya y del plomo que llevan en la sangre mas de la mitad de niños oroyenses, niños que representan el futuro de La Oroya y del país) ha tenido la insolencia de demandar al Perú quejándose de “malos tratos” y se ha antojado de ser indemnizada, obligando al Estado Peruano a liberarla de toda carga y que la defienda ante terceros que la han demandado -aquí y en el extranjero-, además de solicitar un nuevo -y por demás insultante- plazo para su PAMA. Simplemente de Ripley. Pero la cereza que corona este nauseabundo postre de plomo provendría de las manos –poco virginales- de nada menos que algunos de nuestros Padres de la Patria, quienes estarían viendo con buenos ojos eso de seguir sembrando plomo en nuestras ciudades, especialmente en la sangre de nuestros niños, ya que el plomo los vuelve estúpidos y necios, es decir, los convierte en electores perfectos. Si le queda algo de sangre en la cara, el Congreso, en pleno, debería ponerse los pantalones (y no al revés) y mas bien exigir al trio Rennert/Doe Run/Renco Group, la inmediata implementación de su PAMA. Caso contrario sólo nos quedaría decirle: “run, Doe Run, run!!”