El exorcista

Amor al chancho

Hablando con algunos fieles heterodoxos y permisivos y otros infieles ortodoxos, hinchas de la selección y estudiantes Pre- universitarios, llegué a la conclusión de que quizá el Perú necesita un hombre como José Antonio Fortea Cucurull, exorcista oficial del Vaticano que llegó la semana pasada, directo de la Santa Sede, a Trujillo, donde dictó un curso (teórico) de exorcismo.

Teórico porque al parecer a ningún alma caritativo y justiciero se le ocurrió ofrecer un criminal o sicario o extorsionador o sanguinario cobrador de cupos para que le saquen el mal y le metan el bien de algún modo posible, por medio de una verdadera sesión de exorcismo, ya que la idea que un buen número de conocidos maneja sobre el tema se remite automáticamente a la película donde una chibola mueve cajones, se clava el crucifijo y vomita verde y, según Fortea, la cosa no va por ahí.

Demonios a parte, estoy seguro que más de uno querrá saber si este exorcista saltará a Lima y paseará ante la fauna congresal, donde pareciera que más de uno obtuvo un escaño gracias a una argucia espiritista, desde ese punto de vista sería bueno entonces identificar a los que poseen los síntomas de posesión.

Según el teólogo especializado en demonología, a quien de seguro invitarán a Madre de Dios y Cajamarca, “el diablo no se aparece con cuernos o patas de cabra”, claro que no, muchas veces tiene traje, banda, cobra dietas, se sirve del voto preferencial, se hace pasar por alcalde provincial, policía y hasta como guerrillero en el Huallaga, y la lista sigue.

Para Fortea Cucucrull, de todos estos sólo un grupo reducido presenta acciones extraordinarias del demonio y en efecto necesita de exorcismo, sin embargo debo confutar los cálculos del señor exorcista, pues, la historia política de nuestro país bien podría tirarse abajo la teoría del demonólogo. Si no, que hablen los llamados a esta cena, todos aquellos que tuvieron que comerse en plato hondo la masacre, el fraude, la corrupción, la violación de derechos humanos y constitucionales, el crimen organizado, más corrupción y depredación, y puedo seguir enumerando, y podría mencionar la endemoniada coyuntura si quiere.

En Perú, las acciones extraordinarias del demonio se suceden a cada instante, porque otra cosa no podría ser.

El exorcista también deja en claro que cuando una persona tiene influencia maligna experimenta un temblor en las manos y presión en la cabeza e incluso ganas de vomitar, pero eso no es cosa del otro mundo ni mucho menos del demonio, eso, a ojo de buen cubero es: transporte público, atención en entidades del estado o bajos sueldos.

Aún así, si usted está frente a un endemoniado tome nota, estos son los pasos para sacarle el diablo: paso 1) pídale perdón a Dios por sus propios pecados, 2) lea diversos pasajes de la biblia (Fortea Cucurull no especifica cuáles, quizá funciona como una receta de cocina, en todo caso sáltese este punto), 3) invoque a los santos,  4) ore prolongadamente pidiendo al señor que libere al poseído, 5) finalmente ordene amablemente al demonio que salga de ese cuerpo, en el nombre de Jesús por supuesto, no sin antes preguntar al poseído si tiene algún oscuro pasado político, de ser así, resígnese a verlo vomitar verde para siempre y decir con voz gruesa una ristra de groserías. N o se preocupe, ni en este caso el poseído girará 360 grados la cabeza.

El ritual del exorcismo dura aproximadamente 30 minutos aunque podría extenderse a lo largo de varias semanas. Sin embargo cuando los poseídos vuelven en sí, no recuerdan nada.

Ojo, el demonólogo Fortea afirma que una persona podría ser poseída por mucho jugar a la “ouija”, aunque no mencionó si lo mismo le sucede  a todos aquellos que cobran onerosas coimas como la que se llevó al fondillo el consejero arequipeño Wilber Melchor Morales, ahora oculto en las tinieblas de la clandestinidad, y al parecer con pocas intenciones de aparecer limpio de demonios ante la sociedad y la ley.