Reflexiones a partir de la donación de Mario Vargas Llosa

desde mArte

Generoso gesto el del escritor Mario Vargas Llosa de donar su Biblioteca particular a la ciudad de Arequipa. Mientras lo escuchaba en el patio de la Biblioteca que lleva su mismo nombre, ayer, día de su 76 cumpleaños, también recordaba un texto muy interesante que leí en Le Monde, titulado “Un président, doit il être cultivé? “ –“Un presidente, ¿debería ser culto?”-, y la coincidencia me sorprendió cuando Vargas Llosa afirmaba que el desarrollo sin cultura tiene los pies, es decir, la base, de barro.

Atestiguo con dolor que en nuestro medio, la cultura, entendida como el conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico está ausente del bagaje que la mayoría de autoridades debería exhibir antes de acceder al poder. Si no, cómo nos explicamos que en esta ciudad de 4 centros comerciales , su “Palacio de la Cultura” (el de la Plaza de Armas), el Museo y la Biblioteca Municipal, y otros espacios supuestamente dedicados a la cultura disten tanto de lo que sus denominaciones significan.

Siempre he pensado, como Raphaëlle Bacqué, autora del artículo de Le Monde, que quienes osan dirigir cualquier tipo de organización deben tener una formación cultural amplia y diversa, y a la vez lo más cercana posible a la institución que lideran, como para evitar errores de forma y de fondo. La literatura, la historia, la geografía, la filosofía, los viajes, el dominio de otros idiomas, todo eso y más, nos convierten en seres menos cuadriculados, más abiertos a colocarnos en los zapatos del otro y menos proclives a creernos los inventores de la pólvora.

Lo anterior aplica al ¿desarrollo? urbano y cultural que viene experimentando Arequipa. Siento que en lugar de evolucionar, involucionamos. Me parece que los edificios nombrados arriba reflejan el espíritu de los líderes que nos gobiernan, que juran que inventan la pólvora todos los días sin considerar que hay experiencias que podemos aplicar para adaptar modelos de desarrollo urbano y cultural que han probado funcionar en medios parecidos al nuestro.

Si bien recibo agradecida el regalo de Mario Vargas Llosa como ciudadana arequipeña, también me preocupa que sea una acción aislada. Su biblioteca (la que funciona en la calle San Francisco) y todas las otras bibliotecas públicas de la ciudad, y no solo las bibliotecas sino todos los espacios dedicados a la cultura, deberían, por lo menos, coordinar para estructurar una red que en el futuro próximo nos acerque (a quienes vivimos acá) en torno a los libros y otras creaciones, y a partir de ellos, nos lleve a comunicarnos y a entendernos mejor.

Como muchos, seguramente, experimento un inmenso placer al interactuar con personas de las que puedo aprender y, afortunada yo, convivo con una de ellas. Me encantaría que mi prójimo compartiera la misma suerte y para ello, debemos motivar la lectura, el espíritu crítico, el inconformismo, la participación ciudadana, las ganas de vivir en un medio intelectualmente más rico, para que el desarrollo que hincha el pecho de cuantos declaran sobre los avances del país deje de tener la base de barro.