Atropello a la memoria

Columnas>Confesión de parte

Es lamentable lo que se está haciendo en dos de los lugares más emblemáticos de la ciudad que son parte del Patrimonio de la Humanidad reconocido por Unesco. Nos referimos al Patio Puno, en La Estación, y al balneario de Tingo. Y es más lamentable que después que se ha batallado más de 8 años para que el área del Patio Puno sea transferido al Municipio, cuando todavía pertenecía al entonces Ministerio de Transportes, Comunicaciones y Vivienda, y se pretendía construir un conjunto habitacional, tipo Unidad Vecinal, se termine haciendo en el lugar, un “proyecto” mediocre, a todas luces improvisado, donde se está construyendo una especie de coliseo, que por sus dimensiones y localización resulta grotesco y totalmente desvinculado de los monumentos declarados como La Casa Blaisdell, sede del Museo de Arte Contemporáneo, con el cual,  no existe ningún diálogo; como tampoco considera la futura integración al conjunto global de La Estación, a uno y otro lado de la prolongación Tacna y Arica. El Plan Maestro del Centro Histórico, aprobado hace diez años, consideró la renovación urbana en las 18 hectáreas de La Estación, uno de los ocho megaproyectos estratégicos, y prioritario después del Solar y de San Lázaro, y que mediante el eje constituido por Jerusalén y San Juan de Dios estructuraría el Centro Histórico uniendo Selva Alegre a La Estación como los dos grandes parques culturales y recreativos de la ciudad. Resulta irónico que la actual gestión municipal, no haya consultado este proyecto a los organismos competentes como el Ministerio de Cultura, la Gerencia y la Superintendencia Municipal del Centro Histórico, a cuyos miembros se les impidió ingresar al local, y por supuesto, ni como referencia, se tomaron en cuenta los anteproyectos ganadores de un concurso nacional efectuado por el Colegio de Arquitectos hace pocos años.

Si, lo que se ejecuta en el Patio Puno, está lejos de ser el parque que el lugar se merece, lo que se está haciendo en el nostálgico balneario de Tingo, es mucho peor, pues las alteraciones al paisaje patrimonial son irreversibles. Prácticamente se ha eliminado con todo vestigio del pasado. Se han demolido las piscinas, se ha arrasado con el parque de viandas, con la alameda de palmeras de dátiles, el pequeño lago ha desaparecido, y lo que eran espacios públicos abiertos, se están convirtiendo en anodinos recintos cerrados. Se ha liquidado toda señal de la memoria colectiva, incluso aquel viejo restaurante de inicios de los veinte, estilo buque, que alguna vez se llamó “La Reina del Pacífico”, y donde se hacían los bailes de carnaval y los almuerzos a los dignatarios que llegaban, ha sido tapiado con una construcción de enormes columnas y de vigas. Por supuesto, que estos “proyectos” no son de conocimiento de la comunidad profesional de la ciudad, arquitectos, historiadores, conservacionistas, etc. Todo ha sido hecho en la sombra, al amparo de un oscuro procedimiento llamado: “Concurso por Oferta”, donde el “ganador” (ni se conocen las convocatorias) construye lo que le da la gana.

Señor Alfredo Zegarra, Alcalde de Arequipa, le invocamos que se paralicen estos verdaderos atentados al patrimonio; usted debe dar el ejemplo en seguir los procedimientos normativos de intervención en sitios patrimoniales. Consulte con los organismos competentes que usted mismo ha designado, como la Superintendencia del Centro Histórico.