Te regalo mis libros

El regreso

El Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa; decidió pasar su cumpleaños número setenta y seis en su ciudad natal, cosa que curiosamente sorprendió a muchos de sus amigos y de su círculo íntimo, porque era la primera vez que toma tal decisión; pero no sería la única. Este viaje a la semilla, sorprendería al país y al mundo entero, al anunciar en conferencia de prensa en Arequipa que donará su biblioteca a la ciudad que lo vio nacer.

Por supuesto, la noticia recorrió las redacciones como reguero de pólvora y dejó perplejos a tirios y troyanos con semejante anuncio; y nos ha dado un motivo más a los arequipeños para sentirnos orgullosos de nuestro escritor. Incluso aquellos que lo condenaron cuando aceptó la ciudadanía española, luego que la dictadura de Fujimori y Montesinos pretendiera quitarle la nacionalidad, han agradecido el tremendo gesto de desprendimiento del escritor.

“Este es el afecto y cariño que le tengo a mi ciudad. Es un agradecimiento a la población que tendrá la oportunidad de conocer mis secretos bien guardados hasta ahora”, ha dicho Vargas Llosa, con una sonrisa de satisfacción y con un escondido, hasta ese momento, orgullo arequipeño. Ese que llevamos marcado a fuego quienes hemos nacido bajo la fuerza telúrica del volcán que por alguna extraña razón, aparece cuando menos pensamos.

Pero claro, ustedes dirán que estoy exagerando o que me estoy dejando llevar por ese arequipeñismo exacerbado del que a veces hacemos gala y que resulta de mal gusto; pero no; pues voy a sustentar mi tesis con dos testimonios que dan fe de esto.

Hace unos días, conversé con un par de personas que estuvieron cerca del Nobel cuando tomó la decisión y se la comentó a mis fuentes; porque, como ustedes, yo quería saber de primera mano ¿cómo es que decide regalar su maravillosa biblioteca a la ciudad donde nació, y de donde se fue tan pequeño? ¿Qué resortes internos se activaron para que alguien que ama los libros, como Vargas Llosa, se desprenda de sus cómplices de toda la vida?

“Yo creo que le salió del alma”, me dijo uno. “Estaba imbuido de arequipeñismo, cuando me anunció que regalaría su biblioteca para la ciudad”, me dijo el otro; “fue una cosa tremenda”, sentenció.

Lo que él quiere es que Arequipa se convierta en una ciudad cultural, donde los estudiosos de su literatura o becarios que sueñan con entrar a su biblioteca, tengan el acceso a ella, a esos libros que lo formaron y que sin duda, son la puerta de ingreso a su vida y a su literatura, pues son volúmenes que tienen anotaciones y apuntes muy personales. Son más de 30 mil libros que están repartidos en sus casas de Lima, París y Madrid. Pero también sueña con una Arequipa distinta, moderna, culturalmente a la cabeza del país y dueña de esa tradición intelectual que la distinguieron.

Arequipa tiene la oportunidad de oro, para leer entre líneas el gesto del Nobel y hacer realidad ese sueño; como pasa con otras bibliotecas de escritores famosos, cuyos libros son colocados en verdaderos santuarios culturales a donde acuden los investigadores. Como la biblioteca de Cervantes que descansa en Alcalá de Henares, o la de Hemingway que fue entregada al Museo JFK de Boston.

La pregunta es: ¿Seremos capaces de estar a la altura de ese gesto? El tiempo y las autoridades nos darán la respuesta.