La ciudad estuvo…

Entre Nos

La ciudad estuvo conmocionada –otra vez- por la visita de Mario Vargas Llosa, quien llegó para asistir a la ceremonia de entrega del Premio de Novela Corta que lleva el nombre del escritor, programada para el día del cumpleaños del Nóbel. El pobre, tuvo que dar mil discursos, soplarse otros tantos, y andar de aquí para allá ese día, a sus 76 años, siempre celosamente custodiado por unas pocas personas que impidieron, sin ninguna justificación, el contacto entre el querido personaje y los arequipeños.

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Lamentablemente, tengo que decirlo, la desorganización se notó en todos los eventos a los que asistió MVLL. La Asociación Artequipa (agrupación de instituciones culturales que organizó el Concurso y la gestora de esta visita) tuvo que lidiar contra el típico desorden e improvisación que provienen del Gobierno Regional y que se originan, según me dicen, en la obligatoriedad de que el presidente Juan Manuel Guillén apruebe cada respiro que dan sus subordinados. Pero su autoridad se impuso debido a que “él daba la plata”. ¿Perdón?, ¿desde cuándo la plata del pueblo arequipeño que maneja coyunturalmente el GRA, le pertenece al presidente?

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Vergüenza ajena sentí yo, toda regia como estaba, en la ceremonia de premiación, cuando el presidente presentó a la consejera regional Yamila Osorio (también regia, pero un poquito menos) como la encargada de “despertar las ganas de todos los jóvenes … y también de los viejos”. De quinta. Lo peor es que hubo quienes le celebraron la vulgaridad, ¡en pleno discurso!, con un auditorio lleno de intelectuales y líderes culturales, sociales y políticos, al lado de un premio Nobel y en frente de célebres escritores nacionales e internacionales. ¡Horror!

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Pero eso no fue todo. Apenas acabaron los discursos, todos de altísimo nivel (excepto el ya mencionado), otra vez, la gentita del GRA allegada a JMG, se llevó al Nóbel a una sala apartada a donde los invitados no podíamos ingresar. Pregunto, ¿para qué nos invitaron entonces?, ¿para aplaudir? Lo hubiéramos hecho frente a un televisor. Y sigo preguntando, ¿qué tienen los allegados a JMG que no tenemos todos los demás, que sí se les permite hablar con Vargas Llosa, a pesar de que la mayoría de ellos se ven mejor calladitos?

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Yo que me había preparado tanto, para soltar una frase inolvidable en presencia del “laureado escritor”, me quedé, como casi todos, con los crespos hechos. No digo que un personaje de esa talla no deba ser custodiado ni tenga seguridad, pero la actitud de algunos funcionarios del GRA y allegados, de monopolizar a Mario (pobre, se habrá aburrido de ver las mismas caras ajadas, a cada instante durante toda su visita), como si otros intelectuales y escritores arequipeños no estuvieran a su nivel, sólo se explica en la soberbia. Mal.  Muy mal.

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Hablando de Cultura, precisamente, el GRA ha contratado con un sueldo nada despreciable a doña Patricia Valdivia Sueros como Coordinadora Cultural. Preguntando por sus antecedentes nadie ha sabido decirme con quién voy a tratar a partir de ahora, pues yo seré una de las que le pedirá cuentas sobre cómo anda esa área en el GRA. Increíblemente, esta persona le ganó el concurso a la ex Directora de Cultura del Cultural Peruano Norteamericano, Ángela Delgado, quien tiene un impresionante currículum difícilmente comparable a otros. ¿Concurso con nombre propio?

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Si Don Mario supiera esta y otras perlas ¿habría expresado los halagos que brindó a Juan Manuel Guillén, a quien cree un verdadero impulsor de la Cultura? Como, por ejemplo, saber que subvenciona ciertos espacios radiales impresentables, por el sólo hecho de que hablan bien de él. O que el propio GRA ha implementado una señal de TV online en su página web donde la conductora es nada menos que la animadora de espectáculos Sandra Valdivia, quien ahora hace ¡entrevistas políticas! en ese canal que únicamente provocan risa. ¿Otra vez el amiguismo?

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Por supuesto, a pesar de todo esto, el saldo es más que positivo para Arequipa. La biblioteca que MVLL donará a la ciudad (ojo, a la ciudad) vale todas estas incomodidades que, finalmente, se convertirán en nimiedades. A los socios de Artequipa, el aplauso que se merecen y que el GRA les negó en su afán de protagonismo desmedido.