Recordaba aquella vieja trilogía de westerns italianos y sus tres característicos personajes desprovistos de moral y ataviados de una aspérrima testarudez. Eran tiempos sesenteros con un joven Clint Eastwood en “Por un puñado de dólares”, seguida de “Por unos dólares más” y, finalmente, en “El bueno, el malo y el feo”, sonando, entre oboes, flautas y violines, magníficos ritmos orquestrales bajo la dirección de un genial Ennio Morricone. Eran tiempos de buen cine y excelentes bandas sonoras. Hoy todo es diferente y venido a menos, como el caótico, dramático y calamitoso panorama que ofrece nuestra ciudad. Un poco inspirado en lo anterior, no puedo menos que apelar a uno de los recordados títulos de esa vieja trilogía para titular el presente comentario; aunque en realidad sería necesario un largo metraje -de espacio- para describir una Arequipa que se pinta de surrealista y onírica, como fingiendo de perfecta locación de un rodaje cargado de violencia, terror y mortificación.
Lo feo de la ciudad? Para empezar, me reafirmo en sustentar que gran parte de la belleza de Arequipa proviene de la mano de la Naturaleza y de la mano de nuestros ancestros. Basta otear su valle, sus volcanes, su campiña, sus costumbres y sus monumentos para corroborarlo. Sin embargo, y a pesar lo anterior, Arequipa tiene también sus detalles grotescos y feos. Basta echar un vistazo a aquel poste en la quinta cuadra de la céntrica calle Santa Catalina, cuya tosca base de concreto revela el viejo cilindro que se improvisó como molde y que allí permanece como un especial “atractivo” del cilíndrico pensamiento de su autor. Ni que decir de las redes de telarañas que cubren el espacio aéreo de calles y avenidas, montados en postes carreteros que poco tienen que ver y hacer con la imagen de la ciudad. Cableados aéreos a los que se suman los de telefonía, de señal de cable y de internet, luminarias y semáforos colgantes de todo tipo tamaño y color, mostrando lo cruel y atroz que puede ser la modernidad tecnológica cuando surca oronda nuestros aires callejeros sin una pizca de buen gusto. Mas fealdades? Sólo observemos como la invasión de paneles publicitarios han empezado a reemplazar la imagen de la ciudad. No contentos con omnipresentes gigantografías, ahora los paneles simulan cinematecas con pantallas extra-large al aire libre y ubicadas en estratégicas esquinas, adosadas en fachadas o montadas sobre azoteas; la banalidad y el marketing llenando ojos y antojos.
Lo malo de Arequipa? Sin duda su servicio de transporte público y la vialidad urbana. Calles abarrotadas de vehículos imitando tortugas y combis alocadas repletas de seres humanos en calidad de bultos; puentes peatonales inservibles como aquel en la Av. La Marina y medio-puentes como el “Héroes del Cénepa”. Otros que parecen Un río que, a la altura del Huayco, deja observar una espumosa capa que más pareciera un efervescente manto de lana de oveja flotando por sus pestilentes aguas, producto de nuestra incapacidad de hacer lo que se debe hacer. Paradójicamente, el río que dio vida a aquellos fértiles campos, hoy discurre cargando semillas de muerte aguas abajo. Una Variante de Uchumayo con puentes adefesiosos y óvalos descabellados que es la vergüenza de la desvergüenza y que nadie es capaz de demoler sin pena ni remordimiento para hacerla toda nueva, toda moderna. Otros males? Pues, las invasiones. Incontroladas, incontrolables e insufribles ocurriendo a vista y paciencia de flemudas autoridades que terminan claudicando ante presiones y cálculos electorales; mientras Arequipa crece sin control, sin disciplina, sin visión y sin sentido.
Y qué de bueno tiene Arequipa dentro de todo lo malo y feo que la rodea? Sin duda alguna, y como reza el estribillo de nuestro himno, sus juventudes. Creo que la juventud arequipeña es uno de los valores más altos que poseemos. La juventud ha dejado de ser exclusivamente el futuro de la Patria; pues ahora representan, muy activamente, el presente cotidiano sin que por eso olviden su pasado y el legado de sus mayores. Grupos como en Círculo de Estudios, Proyectos e Investigación de Arquitectura, Arte y Ambiente – CEPIA, de la UCSM y el Taller de Investigación Proyectual – TIP, preocupados por hacer ciudad y sociedad, lanzan sus voces de protesta para reclamar en contra de lo que consideran injusto y atentatorio al concepto básico de lo que entendemos como ciudad, es decir, un lugar heredado del pasado para hacer el presente pensando en el mañana.
Que no se pierdan las cosas buenas que Arequipa aún mantiene y conserva; y que sean las juventudes las depositarias de nuestra más profunda fe y esperanza para que, a pesar del bulldozer de la modernidad, sepan mantener la llama de la conciencia y el respeto por el pasado, el orgullo del presente y la esperanza del futuro, del cual serán, sin duda alguna, sus propios arquitectos.