El señor Juan Mogollón Farfán es visto como un extraterrestre, un ser de otra órbita, una especie que se pensaba o sabía extinta (vamos aterrizando al llano), harina de otro costal, hollín de otro fondo, sazón para otro plato, tanto así que hay quienes piensan que lo que hizo es lo correcto, lo que siempre se debería hacer, que por esas decisiones se construyen naciones sólidas, en suma, lo que hizo este hombre es el testimonio de que podemos cambiar el rumbo hacia un futuro mejor, exento de lacras, corrupción y desigualdad.
Sin embargo hay quienes opinan que su hazaña fue un gesto utópico que no calza con la realidad, que no se ajusta al guante del día a día, que simplemente no es algo para imitar porque el verdadero patrón a seguir es más patriótico, achorado y efectivo: “el error de uno es la suerte de otro y la ley de la vida en eso se ampara” o “la moral no me da de comer, la honradez es pa´los misios y yo tengo prole varón” o “al poder no se llega con honradez”
La dicotomía en materia de honradez en siempre controvertida, casi una rareza por estos pagos, pero sucede y suele levantar polvo cuando cada quien hace un examen virtual de conciencia, casi vía Skype con sus principios, sin que nadie se entere, es decir para sus oscuros adentros nomás. ¿Qué hubiera hecho yo en las botas de ese policía?
¿Hubiera recorrido once kilómetros con el sólo propósito de devolver más de 12 mil soles a una turista que accidentalmente dejó caer su bolso o, hubiera corrido unos cuantos metros hacia mi casa? Si la pregunta fuese pública hasta el más felón diría: “Hubiera devuelto la plata”. La dicotomía en materia de honradez en siempre controvertida, pero cuando se trata de la honradez de alguna autoridad pierde toda relatividad. Mogollón debería llevar su testimonio a todas las entidades del estado, el costo, su tiempo, ¿cuánto?, todo lo que demore el policía en decir por qué lo hizo, que ellos saquen sus conclusiones, si logran entender el mensaje…
Desde que tuve uso de razón, en la década del ochenta, he escuchado la frase “estamos jodidos”, y “la corrupción es un medio de vida”, la ecuación de causa y efecto, en este caso que complace a quienes buscan justificar las actitudes y acciones de la gente que siempre se “equivoca” en temas que involucran a toda una colectividad.
¿Qué habría pasado, si después de encontrar el bolso con más de 12 mil soles, Juan Mogollón hubiera callado? Luego de ser descubierto habría pasado a ser un ratero más, otro tombo despreciable o material para un par de crónicas, porque como sabrán, eso, es cosa de todos los días, se ve en el mercado como en la calle y en la esfera política la cosa es abrumadora.
Pero la historia es otra, Mogollón es un extraterrestre, un soñador, un utópico, un caballero o como quieran llamarlo, con una clara motivación que, a estas alturas, parece un imposible: poner las cosas en su lugar, mostrarle a la gente cómo acabar con los que intentan acabar con nosotros, la verdadera fórmula para ser mejor. Si sólo hubiera un Mogollón en cada rincón del país, otra sería la cara, aunque eso no garantice una mejora en el fútbol, estoy seguro de que las cosas marcharían bien. Por eso súmate tú también a la campaña “Yo quiero un Mogollón en mi región”