MAFALDA Y QUINO

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Crédito: elreporte.com.uy

 “Debo confesar que tengo

un gran amor en

       mi vida: Los Beatles”,

(MAFALDA)

 

La ficción crea la realidad. El mayor mérito, o la mejor suerte, de Quino es tal vez el haber sido gestado, el haber podido encarnar a su personaje principal, la argentinísima, la metafísica, la súper irónica, la hiperconsciente, la archilúcida, la universal, la angustiada, la revolucionaria, la tierna Mafalda. Bien niño y bien adulto, ¿no es Quino su mejor creación?, (¿le gusta la sopa a Quino?).

¿Por qué murió Mafalda entonces? ¿Por qué la mató Quino? Estas decisivas preguntas se plantean porque el mismo Quino ha confesado que Mafalda iba terminar por asfixiarlo. Y tal vez esto tenga que ver con que Mafalda es “demasiado dialéctica, el menos natural de sus personajes, el más fabricado de todos”. Pero también, creo yo, el más original, el de mayor esfuerzo creativo, (destrucción y construcción), aunque Quino le dé un tono despectivo a sus palabras. ¿No es Mafalda la freudiana especialista en parricidios?

“Su mayor entretenimiento es tomarle la temperatura a un globo terráqueo, aunque también adora la televisión”, dice un texto anónimo acerca de Mafalda. Problemas mundiales y dibujos animados, todo en una caja adictiva. Quino es como Mafalda, maduro e inocente. Le ha ocurrido lo mismo que a su paisano Borges, (tienen en común aspectos esenciales,  aunque no parezca a primera vista: la pasión por el arte, el valor de la metafísica, el elegante humor, la “magnifica ironía”, la madurez y la inocencia). No que merezcan el Nobel. El Nobel merecía a Borges más bien. Y el Nobel merece a Quino y Mafalda.

En Europa Mafalda es un personaje de la Televisión. Y los niños (y adultos) europeos tienen el privilegio de contarla entre sus dibujos animados, así como los nuestros miran dibujos japoneses. “Mafalda con su aire revolucionario, razona los problemas de mundo con una clarificadora lógica de niño”, dice uno de sus padres. ¿Cómo? ¿padres?  Sí, dos padres. Pero dejemos que ella lo cuente directamente: “Puede que sea diferente porque tengo dos papas. Uno el dibujante Quino, que en realidad se llama Joaquín Lavado y de  chiquito le decían Joaquino, y le quedo la última parte. Un amigo de él, Miguel Brascó, en cambio, le llama Quinoto. El otro papá, el que ustedes conocen, es corredor de seguros, y en casa se entretiene cuidando las plantas. Mejor dicho, tratando en vano de matar las hormigas. Un día me retó muchísimo porque le dije: “Ejecutivo de maceta”. Mi mama es ama de casa, o lo que quiera significar ese titulo. Se conocieron cuando estudiaban juntos en la facultad, pero ella después abandono para casarse y cuidarme mejor, decía. Pobre digo yo, si en vez de casarse hubiera terminado sus estudios, ahora tendría en sus manos un título y no una pila de camisas para planchar. Pero ella me dijo que si no se hubiera casado yo no estaría en este mundo. Comprendo: yo vengo a ser una especie de testaferro de la incultura”.

Para hacerse una idea de la trayectoria del creador total que es Quino, es suficiente con tener en cuenta el comienzo de su carrera artística. Tenía tres años y su tío le pinto un caballo en una hoja de papel. A partir de ese día solo tuvo una idea en la cabeza: “quería hacer eso y nunca quiso hacer nada más que eso”.  ¿Por qué mato a Mafalda?, le preguntaba todo el mundo a Joaquín Lavado. Y respondía con su celebre franqueza: “Empezó a resultarme opresiva. Tardé un año en tomar la decisión… Si seguía con Mafalda, la historieta iba terminar por liquidar al dibujante”. Con sus historietas, Quino recuerda el papel del humor en la inteligencia y en la vida, junto a una profunda y autentica solidaridad humana.