Provías y Antipaisajes

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A diferencia de las calles de nuestra maltratada ciudad, son las pistas interurbanas de la red vial, a cargo del Provías Nacional, las que vienen mostrando, a la fecha, una mejor cara. Muchos tramos de la Carretera Panamericana Sur ya gozan de una nueva capa asfáltica que ha reemplazado tramos peligrosamente deteriorados ya por el intenso uso como por efectos del propio intemperismo.  Ahora se puede notar la diferencia con sólo poner oído al menor ruido y menor vibración cuando se transcurre del viejo al nuevo asfalto, gracias a la magia de la modernidad. También se observa una señalización mejorada y más útil, que debe redundar en un manejo más seguro y un uso más eficiente de la infraestructura. Inclusive, en algunos lugares han eliminado los tradicionales “rompe-muelles”, inaceptables en una vía de alta velocidad y aparecidos como folklórica, y muy nuestra, respuesta para inducir menor velocidad.  Sin duda el viajar por carretera es ahora más cómodo y, relativamente, más seguro. Sin embargo, hay que señalar que si bien ahora se tienen mejores pistas (fuera de la ciudad), es una pena que la entidad encargada del mejoramiento de dicha infraestructura vial y concretamente de la carretera Panamericana Sur, no haya reparado en una serie de efectos colaterales que ya muestran un lado bastante oscuro, literal y figurativamente hablando, fácilmente observable por cualquier usuario de la vía que ponga la vista a los costados del flamante asfalto.

Se trata de una suerte de paisaje surrealista, surgido como parte de una incomprensible forma de ejecutar una obra vial de este tipo y que, sin mediar ningún pensamiento racional, han procedido a maltratar y desfigurar el paisaje inmediatamente aledaño a la vía. En algunos casos el simple movimiento de tierra ha propiciado un desarrollo espontáneo de vegetación, lo que probablemente ayude a combatir la sensación de aridez de nuestros desérticos paisajes; pero la historia es muy diferente cuando nos topamos con una impresionante cantidad de manchas oscuras entre montículos de asfalto viejo y brea que han sido desparramados, sin ton ni son, a ambos costados de la vía, como si nadie tuviera ojos para ver lo inocultable y lo evidente. Es como si hubiera ocurrido una suerte de derrame petrolero, pero no en el mar; sino en la tierra. Es como si alguien se hubiese inspirado en los dust devils encontrados en suelo marciano, con la diferencia que los de Marte son tan bellos como enigmáticos. Estos son descaradamente horribles.

El impacto es tan incivil que ha generado una especie de anti-paisaje, es decir, un paisaje negativo que, lejos de valorar la propia infraestructura vial, la degrada y la reduce en su potencial calidad; cuando debiera, gracias a un adecuado tratamiento paisajístico, constituir parte de la obra y hacer del conjunto, un conjunto de alto valor funcional y estético. Llama poderosamente la atención, que se continúe depredando el paisaje de ésta manera y con el cuento del progreso, perdiendo una excelente oportunidad para demostrar que el progreso y la modernidad pueden ser parte de nuestra mejor carta de presentación. Lamentablemente, lo que hoy ofrecemos en materia de vialidad, tanto local como nacional, es sencillamente impresentable. Ni siquiera la recientemente remodelada Variante de Tinajones se salva de una aguda crítica, pues ya evidencia serias deficiencias en su trazo, que han dejado huella en los guardarrieles que aún quedan en sus cerradas curvas.

Y si nos acercamos mas a la ciudad, basta tratar de salir o entrar por ese esperpento que se llama la Autopista “Virgen de Chapi” o Variante de Uchumayo, como prefieran, con tal de no llamarla ni pista, ni calle, ni avenida, ni trocha carrosable… ni nada, porque es nada que se parezca a alguna de las anteriores; pero aun así, sigue siendo la impresentable puerta de entrada a nuestra ciudad. Una vergüenza, y toda una desvergüenza, del tamaño del Misti.

Regresando a la Carretera Panamericana Sur, es urgente que nuestras autoridades tomen serias cartas en el asunto y verifiquen que este impacto ambiental y paisajístico sea revertido antes de la culminación de la obra y antes de la cancelación al contratista, pues de otro modo, ya sabemos que esto quedará como si nada.

Las carreteras son importantes para transportar y comunicar. No comuniquemos que solo sabemos asfaltar, comuniquemos que también sabemos pensar.