Pensando y reinventando la Arequipa del Siglo XXI

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Crédito: aikenquipot.blogspot.com

El último número de New Perspectives Quarterly -dedicado al tema del retorno de la meritocracia política- consigna la transcripción de una reciente entrevista a Rem Koolhas  acerca de la emergente corriente de reinventar las ciudades.  El afamado arquitecto es claro en señalar la evidente incapacidad de los gobiernos nacionales y locales para poder anticipar, movilizar y tomar precauciones para el futuro de las ciudades. Pareciera, dice Koolhaas, que nuestra habilidad para reaccionar a las advertencias y señales que tanto la naturaleza como el propio hombre produce, se ha erosionado al punto tal que ya casi no contamos con personas que se dediquen a pensar el futuro con una anticipación de 25 o 50 años. La gran mayoria de políticos sólo piensa en el día a día, con un horizonte máximo que no pasa de 3 o 4 años, no porque el futuro no exista, sino porque el futuro no les interesa. Ni qué hablar de los investigadores jóvenes y tesistas, hoy todos mas empecinados en demostrar sus habilidades de dibujo tridimensional, y muy poco en pensar sobre el futuro de la ciudad.

En cuanto a la “moda” de poner techos verdes a todo edificio nuevo que pretenda ser “ecológico”, comparto con mi colega holandés la sensación que dicha practica se ha vuelto una simple y barata caricatura oportunista de algo que, mas bien, debería ser atendido con mayor profundidad y seriedad entre los arquitectos.  Al respecto debo agregar que no hay que olvidar que la mayor ecoeficiencia ambiental no se logra, única y necesariamente, a través de gadgets o aditamentos tecnológicos de última generación. Un diseño arquitectónico racional, coherente y frugal puede lograr casi los mismos beneficios que un edificio “high-tech” a una fracción del costo, situación muy útil para el caso de edificios públicos de toda índole. Seguir pensando que la modernidad tecnológica es la única puerta para lograr ecoeficiencia ambiental en las edificaciones del siglo XXI es condenar a millones de seres humanos, -que no tienen la capacidad económica para acceder a una vivienda “high-tech”-, a vivir al margen de una “corriente verde” que, de otro lado, no siempre lo es en el fondo.  Hay mucho ruido “verde” en el mercado inmobiliario contemporáneo y, lamentablemente, no todo lo que brilla es auténtica ecología urbana o arquitectura sostenible, como el caso de algunas urbanizaciones “ecológicas”, viviendas “ecológicas” y parques “ecológicos”, que se ofrecen sin descaro en algunos medios, cuando en el fondo son construcciones comunes y silvestres, de concreto y acero,  y con parques llenos de árboles y céspedes igualmente comunes y silvestres.

Volviendo a la entrevista con RK, otro aspecto con el que coincido posturas fue sobre la necesidad de diseñar edificios cada vez mas flexibles y tolerantes, propiciando alargar su ciclo de vida mas allá de los típicos 50 años. Koolhaas nos recordaba que todo edificio tiene, al menos, dos vidas; una, la imaginada por su creador y otra, la que lleva después; la cual es usualmente diferente a la original. Incrementar la flexibilidad, como factor de diseño arquitectónico, no sólo logrará acomodar nuevas e inimaginables funciones al edificio en el tiempo, sino también reducir la huella ecológica del sector construcción y contribuir a lograr un metabolismo urbano mas cerrado, con lo que obtendríamos un planeta mas limpio y menos sucio.

Koolhaas también se refiere al gran cambio entre el clientelaje de los “Starchitects” (o arquitectos estrella), quienes eran, hasta hace una década, predominantemente contratados por entidades del sector público; trabajando ahora mayormente para corporaciones multinacionales. A diferencia de los primeros, éstos últimos no sacrifican nada que no genere utilidades, mientras que los clientes del sector público son, tradicionalmente, mas generosos en proveer espacio adicional para la comunidad y el público en general.  El mas claro ejemplo es evidente en los novedosos centros comerciales, donde no hay un metro cuadrado desperdiciado. En el sector privado todo se usa al máximo y cada unidad de espacio debe generar un beneficio económico tangible; a diferencia del sector público, donde es común encontrar capacidad ociosa y espacios subutilizados. Y aunque parques y calles no podrian caer en esta última catalogación, por razones mas que obvias, es hora de reinventar nuestros parques y calles dentro de un concepto mas amplio que como simples y vulgares “espacios públicos”.  Por ello mi preocupación anticipada por conocer cual será la política de desarrollo urbano que se aplicará en nuestra ciudad en los próximos años  por parte de quienes asuman la tarea de moldear el nuevo rostro de Arequipa, cuidando que la reinvención de Arequipa, como ciudad del siglo XXI, no puede ser vista solamente desde la perspectiva de modernosas edificaciones, amplias (y adoquinadas) calles, verdes (y vacíos) parques, mas nuevo (y congestionante) parque automotor acompañado de una gran (y medio faraonesca) infraestructura vial.  Reinventar la Arequipa del siglo XXI implica mucho mas que un tsunami de obras. Implica una compleja reingeniería del tejido social que incluya una nueva, y mas eficiente, estructura político-administrativa; asi como un nuevo estándar en educación cívica entre sus ciudadanos, además de fortalecer un profundo contenido regionalista-humanista en la educación, de cara a formar una nueva identidad social mas tolerante con la globalizacion, pero menos ignorante de nuestros propios valores culturales.