Su reino era de este mundo y también del vuestro

Varias cosas

1.    ¿De dónde son los poetas? La mejor respuesta la dio César Moro: “Mi reino es de este mundo, más no del vuestro”. Pero el Toño Cisneros siempre le hacía ascos a eso de las frases, de los versos preciosos. No perdía oportunidad de aclarar que no hay nada más huachafo que andar haciéndose el especial. El Toño aseguraba (desafiante) que tenía los pies bien puestos en este mundo. Se burlaba de los “sagrados” caminos para encontrar “la belleza”. Un día incluso afirmó que la poesía no era el centro de su vida, que había otras muchas cosas (más y mejores). Y así una obra jubilosamente irreverente contra la retórica poética tuvo decisiva influencia en la retórica poética de varias generaciones de la literatura peruana. Claro que la magia, eso que llena de (autentica) originalidad a los poemas, es siempre personal e intransferible.

2.    El factor común entre los poetas parece ser el egocentrismo y la laboriosa edificación de un universo paralelo. No estoy seguro que el Toño haya sido más egocéntrico que los demás (como se afirma), pero si me parece digno de atención el hecho de que no le interesara para nada disimular el asunto. Resultaba incluso divertido en su conchuda inmodestia. ¿Había construido el Toño su propio cosmos, un sitio que de facto lo obligaba a ser algo extraterrestre? Seguro, no creo que se pueda ser poeta sin tener esa habilidad. Pero a diferencia de la mayor parte de los coleguitas el Toño detestaba empollar en sus confines y se inmiscuía sin asco en los universos ajenos. Los que lo querían consideraban eso su particular estilo de desplegar una exuberante vitalidad, su manera de eliminar distancias y estar realmente presente. Los que no lo soportaban sentían seguramente que era un tipo impertinente e intrusivo. Él probablemente se decía a sí mismo que ya que estaba en posesión de una inteligencia tan ágil no resultaba saludable contrariar la compulsión de ejercitarla a cada rato.  Sin embargo detrás de esa parafernalia de hombre “con calle” uno podía adivinar que estaba el otro, el que era adicto al cariño de sus amigos, el que podía atreverse a lo ridículo, el inexplicable, el que transformaba todo ese estupendo ingenio tan ostentosamente terrenal en radiante poesía. Sí, en poesía, y sí, en algo exactamente refulgente.

3.    ¿Cómo se puede distinguir a un poeta de un loco? Lucía, la hija de James Joyce, tenía la certeza que ella era la verdadera genio de la familia, que eso se sabría pronto. Ambos tenían mentes poderosas y oceánicas, según Jung, pero el problema estaba en que mientras James nadaba, buceaba, Lucía se hundía hacia el fondo (del manicomio).

4.    Las medias mentiras son el recurso literario por excelencia. La literatura está hecha de medias mentiras. Las medias mentiras son vigorosas porque manipulan la mente con la ilusión de que existe lo verdadero.

5.    Lo único que soporta el (clásico) compromiso de “hasta que la muerte los separe” es el (clásico) amor a sí mismo.

6.    El atributo más valioso del tiempo no es hacer posible la dinámica de la vida, sino crear las condiciones para olvidar la dinámica de la vida.

7.    Se cuenta que el origen del baile de Maltí, de la tradición musical afroperuana, se origina en un capataz fanfarrón y prepotete. Lo que más detestaban los jornaleros era la manera en que se pavoneaba con un saco que le había regalado el patrón. Cierto día, después de romperse el lomo pallando el algodón y limpiando la acequia, una noticia corrió como reguero de pólvora: Ramón Castilla había abolido la esclavitud. Eran libres. Sin siquiera discutirlo lo primero que se les ocurrió (a todos) fue linchar al Maltí. Pero luego de los primeros golpes, cuando le arrancaron el odiado saco, vieron que solo servía para ocultar una camisa vieja, sin mangas y llena de huecos.

8.         Una de las cosas menos elegantes de la dinámica de la vida es que con todo el trabajo que cuesta vivir al hacerse viejo uno no se hace mejor persona. Principalmente se amontonan trucos para tratar de sobrevivir al creciente desencanto. Pero lo peor es mirar alrededor y contemplar como lo luminoso se hace opaco y sentir que es tan fácil convertirse en uno más de tanto miserable.

9.          La codicia es una de las fuerzas que tensan nuestro espíritu. El desmedido apetito de poder, riqueza, influencia, prestigio es la torturada senda para consagrar la supremacía sobre el prójimo. La codicia impulsa a romper records olímpicos pero corroe el nervio óptico: destruye la capacidad de vislumbrar el pasado y el futuro (del otro). Es fácil arrancarle el corazón al vecino si creemos que estamos rodeados de seres unidimensionales.

10.      El chistoso de Gore Vidal inmortalizó una frase perfectamente certera: “Cada vez que un amigo tiene éxito yo muero un poco”.

11.    Estamos sitiados por problemas y misterios. Un viejo destornillador ayuda a desentrañar una asombrosa cantidad de cosas.

12.    No recuerdo quien mencionó el otro día que los lugares de difícil acceso fomentan la idea de que vale la pena visitarlos: esta extraña pulsión tal vez explique la desmesurada reputación de ciertos libros. La gente desconfía de las cosas simples. Sin embargo lo intrincado puede muchas veces ser solo una trampa (como esta columna).

13.    Pero (como decía otro cuyo nombre no recuerdo) la poética paradoja de estos tiempos está en que mientras los iPad revolucionan puntualmente nuestra vida cada año nos estamos volviendo (simultáneamente) más conservadores. La tradición es un ancla que nos impide perdernos de vista en un horizonte sin forma. La única manera de ser originales en estos raros tiempos está en redescubrir la originalidad original (sic).

14.    Detrás de lo obvio está lo obvio. ¿Pero y detrás de eso qué?