Té de tías… y qué tías

Columnas>Gárgola sin pedestal

Yo me pregunto cómo se llamará al esposo de la señora Presidenta del país X: ¿Primer Damo?, ¿Primer Caballero?, ¿Primer Señor? Y además del título —si es que caben títulos fuera del común ciudadano X, identificado con DNI tal— ¿cuáles son sus prerrogativas?, ¿cuál es la gracia que le toca y de qué está exceptuado? He investigado un poco al respecto y será por lo poco; pero no he encontrado gran cosa; quise buscar, incluso en el Manual de Carreño; pero allí todo son generalidades sobre las buenas maneras y los deberes morales del hombre frente a Dios y la sociedad.

Pero nada de cuando el tal hombre tiene frente a sí a un cónyuge que no es una señora cualquiera, sino la primera servidora pública del país X. En resumen, al tal esposo se le llama como lo bautizaron/inscribieron sus progenitores en el registro de nacimientos. Y no tiene ninguna prerrogativa adicional a la que goza cualquier ciudadano.

Por oposición y suponiendo que existe la igualdad de géneros, la señora X, esposa del señor que ocupa el cargo más alto de la burocracia estatal del Perú, es solo eso, una señora del tal señor. Ya bastante mal es que ella sea “la señora de” y que conste así en el DNI; digo, por reciprocidad entonces los maridos también deberían pasar a quedar registrados como propiedad humana del cónyuge, “señores de”. (En esto los franceses han dado cátedra y todas las mujeres cuando llegan a la mayoría de edad son unas auténticas señoras; sin que importe su estado civil; más claro, para ser señoras sólo tienen que ser mujeres y no precisan ningún marido vivo o muerto revoloteando en torno suyo.).

Se dice que en el Perú la democracia es todavía imperfecta, pero ya está institucionalizada; y que salvo el intervalo del autogolpe de Fujimori en 1992, tiene futuro para largo. De repente; pero por muy imperfecta que sea, eso no quiere decir que no sea mejorable; y para mejorarla solo hay que llenarla de auténtico contenido; no se necesitan más recursos ni multiplicar más oficinas, ni promover conferencias y convocar rimbombantes cumbres; ni uniformar con ternos a los políticos y trajes de gala para las señoras que merodean la cosa política. En otras palabras, no es un asunto de formato; no es algo en lo que pueda orientar un “operador político” o un equipo de periodistas expertos en el asunto de “imagen institucional”. Y esto es lo que está ocurriendo, en ausencia de políticos de fuste, los gerentes y relacionistas públicos se han hecho cargo del gobierno; o sea, marca Perú, aparte del ceviche, el pisco, el cocinero Gastón, ahora incluye a la señora del Presidente en ese conjunto de cosas llamadas Perú. No sólo está hasta en la sopa la tal señora sino hasta en el futuro del país (jugando con los pétalos de la margarita electoral: que sí será; que no será; ay, quién sabe… y tú qué opinas?) Ella sola —a este paso— va a terminar siendo una marca registrada  por sí misma.

No ha faltado quien la compare con la legendaria Evita Perón; pero yo la ubico más en el gremio de las yapas; digo esas colas que traen las autoridades; primero aparecen como fantasmas inocuos y luego,  sin que nadie se dé cuenta, terminan arrastrando a los propios cónyuges. Allí está el caso señero de la notable señora del ex rector de la UNSA, quien, —como este medio, El Búho, registró con gran amplitud en su momento— confundió la casa hogareña con el claustro académico y a lo único que no llegó, fue a tener asiento en la asamblea de rectores.

Para mejorar la democracia urge primero descaricaturizarla, tarea casi imposible en el Perú, pues primero habría que democratizar los medios de comunicación, que son los principales y primeros caricaturistas. Son ellos los que han banalizado esta democracia; la han llenado de imágenes y ruido; pero le han quitado contenido. Nadie asocia ahora democracia con la capacidad de decisión de las gentes. Todo está en manos de las caricaturas, cada vez más fuera de la realidad.

La última, tan bonita estuvo la cumbre de encumbrados árabes con sudacas, tan amenas las pláticas entre tan importantes señoras esposas, se hablaba de tanta plata de millones que vendrían al Perú, que a la señora de la marca Perú le entró un brote de algo bien bacán: “Chicas, ¿por qué no nos reunimos otra vez al próximo año?; pero esta vez sólo nosotras… mmm… déjenme pensar… mmm… podríamos evaluar la situación de las mujeres en los países árabes y sudamericanos… O sea, un té de tías a toda cumbre.

Claro que no estaría de más que a la señora le instalen el canal árabe Aljazeera en casa, de repente así se entera que no es necesario organizar ninguna cumbre/té; pues hace más de un año hay una ola de revoluciones en el mundo árabe y las primeras que han huido espantadas de aquellos países, son sus primeras damas.

Allí sí que ya no hay caricaturas y sí que pasan cosas regias.