Utilizando precarios argumentos, Chile intenta convencer a la Corte Internacional de Justicia de La Haya que con Perú no tiene nada que discutir en materia de límites. Nada más ilusorio y falseado. Basta observar con detenimiento el denominado Hito Nº 1, para darse rápida cuenta que su ubicación es obviamente referencial; y que de ninguna manera puede considerarse como el primer punto geográfico de la línea de frontera entre ambos países. A manera de ilustración valga el ejemplo siguiente: los que estamos vinculados al mundo de la construcción utilizamos balizas para localizar los ejes imaginarios por donde se levantarán posteriormente los muros y columnas de la obra; dado que sería imposible ubicar dichos ejes en medio del vacío de las zanjas de cimentación. Es por ello que las referidas balizas siempre se ubican a cierta distancia del verdadero punto por donde pasan los ejes de trazo. Caso similar acontece con el controvertido Hito Nº 1. Debido a su impracticabilidad posicional sobre la misma orilla de playa, se optó por obviar dicha ubicación e instalar un hito referencial, a modo de baliza, alejado de la orilla en suficiente distancia como para tener una referencia permanente de la ubicación, real y efectiva, del punto denominado “Concordia”; que es el verdadero inicio, sobre tierra firme, del lindero que delimita el territorio peruano del chileno. Es pues, el punto Concordia, el primero de un número infinito de puntos que definen la denominada “Línea de la Concordia”, esa misma que cruzamos en la Carretera Panamericana después de dejar Santa Rosa, rumbo a Chacalluta. Si para Chile el inicio de la frontera con Perú se inicia en el Hito No. 1, entonces cómo queda definida la frontera terrestre entre dicho hito y la orilla del mar?
Como vemos, Chile pretende no solamente apoderarse de una buena porción de espacio marítimo peruano -al que tenemos derecho en 200 millas marinas a todo lo largo de nuestra línea costera-; sino también de una porción de tierra firme bajo una raposa interpretación geográfica con respeto al Hito Nº 1 y al paralelo 18º21´03” que pasa por dicho hito. Evidentemente, en aquella porción de37,000 m2 de tierra firme no hay petróleo, ni gas, ni mayores riquezas naturales; pero aun así no debemos tolerar prepotencias y avasallamientos prusianoides que, lejos de intimidar, solo desnudan el voraz apetito territorial de un país que, quiera o no, le guste o no le guste, siempre manifestara una evidente política expansionista. No olvidemos, ni pasemos por alto, que Chile es el único país de la región que permite abastecimiento a una Inglaterra que sigue de prepotente, precaria e invasora sobre Las Malvinas.
Chile no puede borrar con una mano lo que ha escrito con la otra. Chile tiene por escrito que su futuro depende de la razón o la fuerza; las cuales no necesariamente aplican, de manera exclusiva y limitada, sobre su propia jurisdicción nacional. Eso está más claro que el agua de mesa y no hay que consultar bolas de cristal para adivinarlo. Chile no dejara de aplicar la fuerza (bruta) cuando la razón no le asista o no le sea suficiente; por más que quiera referirse a ella como la fuerza de la razón o mucho menos si incluso llegara al extremo de cambiar oficialmente el lema de su Escudo de Armas.
Falta poco tiempo para develar el veredicto supremo que, desde La Haya, deberá resolver la incómoda controversia limítrofe. Sin embargo, conociendo de sobra el carácter y personalidad de Chile, la exigencia de una explicación a lo sucedido (citando a un Washington perruno -luego de un eventual resultado adverso-) podría terminar en algo más que un masiva pataleta, cuando las patéticas pretensiones sureñas terminen en meras rotas pretensiones.