Nueva-Mente, el MAC

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¡Aleluya!, el Museo de Arte Contemporáneo de Arequipa -MAC- da muestras de buscar mayor correspondencia con su principal definición nominal: su contemporaneidad.

PHOTOY, la exposición de fotografía que alberga en sus salas hasta enero de 2013, reúne el trabajo de varios jóvenes, algunos más que otros, artistas, hacedores, gestores, periodistas y diseñadores del medio.

La intención, según destacan en el folleto de presentaciòn, es mostrar una selección personal de los trabajos de cada expositor que mejor expresen su quehacer en la fotografía. Y es cierto, es casi una elección aleatoria de parte del coordinador general de la muestra, si lo hubo, porque no lo identificamos en los registros.

Lo anterior me lleva a cuestionar la gestión del MAC, no por la calidad de la fotografía expuesta, porque, en su mayoría, hay muy buenos trabajos que hacen pasar por alto los que hubieran podido ser prescindibles. Mi cuestionamiento se basa en lo que advierto como carencia de un proceso de gestión de exposiciones que todo museo que se precie de tal debería tener.

Soy consciente de las limitaciones presupuestales que tiene ese museo y de la buena voluntad de quienes lo formaron. Sin embargo, en los 11 años que tiene de existencia, no he visto una propuesta de gestión que lo convierta en lo que su nombre proclama. No es museo, ni es totalmente contemporáneo. Respecto a su Patronato (que es el núcleo que debería impulsar su desarrollo) no sé nada en los recientes cinco años. Solo veo la nómina de sus integrantes en la pared (entre los que me encuentro) y la relación de patrocinadores.

El MAC parece sobrevivir. Da aleteos más o menos intensos en cada inauguración, dependiendo de la generosidad de los auspiciadores de la muestra de turno. Por lo demás, no propone. Algunos cuestionarán mis afirmaciones argumentando que van muchos niños de colegios, o que hacen magia para darnos la más diversa oferta a través del trabajo de artistas locales, nacionales y extranjeros. Muchos dirán que me impulsa la rabia porque no me puedo sacar de la cabeza cómo su Director y su Presidente del Patronato no hicieron nada cuando, por órdenes de la Junta Directiva, vigente en ese año (2011) de mi actual centro de trabajo, impidieron que entre a la exposición de la artista Alejandra Ballón, con dos uniformados en la puerta.

Supongo que los niños, jóvenes, adultos y ancianos que van al MAC recorren sus salas con más o menos curiosidad, de acuerdo a sus intereses y si les toca, supongo que atienden y, espero, entienden la visita guiada por el artista o los encargados del museo. Veo también que, sí, hay una oferta diversa, aunque no advierta «su norte». Y respecto al episodio de enero de 2011, sí, me apenó mucho que dos caballeros no hicieran gala de su hidalguía, pero bueno, ¡la fragilidad a veces se asoma a nosotros, seres humanos!

Lo que me pregunto ahora es ¿qué propone el museo, dónde nos podemos enterar de sus políticas de gestión, de sus criterios de selección, de sus planes de financiamiento?

¡Y a mí qué me importa! Me importa mucho, porque compartí el sueño del MAC cuando “volaba” respecto a sus posibilidades en extensas charlas con quien fue su Directora inicial, Roxana Chirinos; porque alenté al Gerente General de PeruRail para que facilite la cesión en uso de la casa que ocupa; porque me frustra que Arequipa no tenga un real Museo de Arte Contemporáneo, que sea espacio de encuentro, de descubrimientos, de retos a la imaginación, de generación de dudas, de motivación para los que empiezan su tránsito por la vida y para los que lo están terminando.

Los gestores de un museo tienen que trabajar con un equipo de profesionales para crear un espacio en el que no haya distinción entre el disfrute del ocio y del aprendizaje. Tienen que establecer un área didáctica, otra de investigación, un archivo, espacios de recreación (ese precioso jardín es sub utilizado). Tienen que promover el intercambio, aliarse con organismos a nivel nacional e internacional, trabajar con comunidades específicas, promover proyectos, pasantías. Un museo tiene la obligación de estar VIVO.

La falta de presupuesto es un grave problema, lo sabemos todos. Pero más grave es caer en el pecado de la autosuficiencia cuando se trata de un trabajo en equipo. Yo creo que ha llegado el momento de replantear la existencia de ese museo, para que el empresariado local lo vea con otros ojos. No como el museo que sobrevive a los embates de la indiferencia, sino como una opción para cumplir con su responsabilidad social. Así como las canchas de fútbol o las pistas de atletismo son un recurso relativamente fácil para ufanarse de su compromiso con la comunidad, deberían analizar la posibilidad de invertir más en cultura, y el MAC sería una buena alternativa siempre y cuando esté dispuesto a presentar y a discutir un PROYECTO DE GESTIÓN que refleje correspondencia con su principal definición nominal: su contemporaneidad, insisto.

Este no es un aleteo de resentimiento, pretende ser una reflexión de esperanza.
FELICES FIESTAS