“Obras de impacto”?

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Leía en un medio de prensa que la Municipalidad Provincial de Arequipa, junto al Gobierno de la Región Arequipa, han anunciado concretar un caro anhelo para este 2013, con lo que se ha dado en llamar un paquete de “obras de impacto”. Inmediatamente me asaltó la inquietud por saber a qué se refieren con semejante denominación. En principio no queda claro si se refieren a impacto económico o impacto social; a impacto político o impacto ambiental; a impacto psicológico o impacto físico. Tal vez estén pensando en algo más grande; un mega impacto que nos sacuda los cimientos y nos haga vibrar de honda emoción? Acaso un colosal impacto para el cual no estamos preparados? Un impacto de tal envergadura que nos deje en shock y con un trauma indigerible por largo tiempo? No lo sé. Sólo sabemos que quieren impresionarnos con “obras de impacto”; como si ninguna de las ya ejecutadas no hubiera generado jamás algún impacto. Veamos, sino, el “impacto” dejado por los pasos a desnivel en Fernandini – Variante de Uchumayo; Av. Ejercito – Trinidad Moran y otros por el estilo donde en ningún caso se resuelve, eficaz y eficientemente, las necesidades de tránsito de dichas intersecciones. Podríamos concordar que su impacto es, en todo caso, entre etéreo, banal y ridículo, teniendo en cuenta toda la inversión realizada.

Con qué obras pensaran -nuestras autoridades- dejarnos boquiabiertos? Qué acto singular podría dejar a un millón de almas con la sensación de haber presenciado el mas magnífico show davidcopperfialiano para hacer de Arequipa la meca del “ya-no-ya”? Qué Dubái ni que ocho cuartos! Ya no quieren barrer las calles ni regar los parques; ya no quieren sincronizar los semáforos ni señalizar las calles; ya no quieren habilitar rampas para los discapacitados ni sembrar árboles; ya no quieren mejorar la iluminación publica, ni reducir la contaminación ambiental; tampoco quieren generar mayor sensación de seguridad y mejorar la presencia policial en las calles, haciendo que civiles adiestrados controlen el tránsito y dejar que los efectivos policiales se dediquen a perseguir rateros (aunque al final terminen siendo perseguidos por éstos últimos, como se vio en días pasados). No, no quieren minucias ni menudencias. Quieren cosas más grandes; más pesadas e imperecederas que el propio Misti. Sienten celos por Ramses II y quieren superar su grandeza y no se dan cuenta que aún después de inauguradas sus susodichas “obras de impacto”, la ciudad seguirá, en el 2014 – y por algún tiempo mas- igual de insufrible, sucia e insegura, tal cual experimentaron aquellas ciudades que sólo buscaron un facelifting como asunto de novelería urbanística, obviando reconocer y dedicarse a resolver el hecho que los verdaderos y fundamentales cimientos y raíces de la ciudad estaban corroídos y devaluados, siendo éstos los que requieren hoy de urgente atención.

Si se busca obras de impacto por la simple necesidad de ostentar -banales y temporales- demostraciones de poder, creo que estamos por el mal camino. Por el contrario, si realmente se busca un impacto positivo en la ciudadanía y con la menor inversión posible; tratando de hacer más con menos y siendo realistas, Arequipa requiere de una acupuntura urbana selectiva y no de simple cirugía estética. Lo malo es que el concepto de acupuntura urbana no ecualiza con la definición de “obras de impacto” que tienen, muy marcado en sus fueros internos, quienes sueñan y aspiran escalar posiciones mediante el impacto de sus obrajes, a imagen y semejanza del legado de un Ramsés II.