I have a dream

desde mArte

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Luego de leer varios discursos de jóvenes, escolares y  universitarios, respecto a su “sueño de país”, quedé con una sensación ambivalente en el interior.  Ellos fueron convocados con motivo del mes de la cultura afro peruana que celebra la Embajada de los Estados Unidos, durante febrero, para incidir sobre la necesidad de contribuir al logro de una sociedad más justa y equitativa.

Para elaborar sus propuestas, leyeron y escucharon antes el discurso que pronunció Martin Luther King, titulado I HAVE A DREAM (Tengo un sueño), en agosto de 1963.  Transcribo un par de párrafos para entender su trascendencia y dimensión: “ Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición extrema. En un sentido llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaratoria de la Independencia, firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería el heredero. Esta nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los derechos inalienables de «Vida, Libertad y la búsqueda de la Felicidad.  Es obvio hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus ciudadanos de color. En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio al negro un cheque sin valor que fue devuelto marcado «fondos insuficientes». Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de oportunidad en esta nación. Entonces hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia”

Cuando escribí que las propuestas de los alumnos me dejaron una sensación ambivalente, fue porque frente a sus ansias de un futuro mejor para ellos y sus hijos, frente a todas sus maravillosas intenciones de aportar al desarrollo del país con su trabajo,  y, conmovida por su inquebrantable fe en la educación, el otro lado de la moneda, es decir, LA REALIDAD, no me dejaba vaticinar el cumplimiento de sus sueños, o por lo menos de los principales.  Los chicos fundamentaban sus sueños, en su mayoría, en la educación y yo quedé sorprendida por esa fe a prueba de balas en algo que en este país aún es privilegio de quienes tienen los recursos suficientes para pagar una “buena educación privada”.  Seamos sinceros, el Perú no es precisamente modelo de logros educativos.

De la  carencia de un sistema educativo eficiente se desprenden la mayoría de nuestras taras y carencias.  Seguimos viviendo en un país injusto, violento y corrupto, cuyos líderes se enorgullecen por el crecimiento macro económico sin advertir que, a pesar de las diferencias coyunturales, se pueden repetir escenas parecidas a las que protagonizaron Luther King y sus seguidores cuando fueron a la capital de su nación para cobrar un cheque.  Gran porcentaje de peruanos bien podrían unirse para cobrar un cheque, que les sigue siendo devuelto por “fondos insuficientes”.