“Resiliencia y Urbanismo 3.0”

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manual para lideres de los gobiernos locales

Se especula que antes del 2050, dos de cada tres seres humanos vivirán en ciudades; muchas de las cuales no se encontrarán preparadas para soportar esta creciente ola de urbanitas. Tampoco estarán preparadas para soportar los efectos –ya innegables- del cambio climático que, mucho antes de lo pensado, dejará sentir sus devastadores efectos en muchos rincones del planeta. Urge, por tanto, detenerse a pensar -y repensar- sobre el modelo de ciudad más adecuado para este nuevo panorama planetario en tanto no es sensato seguir haciendo ciudades a imagen y semejanza de aquellas que hemos venido haciendo –prácticamente sin cambios- desde ya hace mas de 500 años y sin reconocer la necesidad de implementar nuevas y drásticas medidas para relanzar una nueva generación de ciudades capaces de soportar, con el mayor éxito posible, los embates que la naturaleza nos tiene reservados.

Hablar de Urbanismo 3.0 es hablar de cómo reinventar las ciudades de hoy de cara al reto impuesto por el cambio climático para hacerlas verdaderamente sostenibles y menos dependientes de insumos que provienen de extramuros (léase ultramar o el extranjero), lo cual genera actualmente ciudades con huellas ecológicas gigantescamente absurdas producto de patrones metabólicos muy lineales o muy abiertos. Lograr ciudades más seguras y mas ecoeficientes -con ciclos metabólicos más cerrados- es parte esencial del Urbanismo 3.0; pero ello implica –necesariamente y he aquí lo más difícil del asunto- cambiar de chip a muchas personas, desde quienes enseñamos urbanismo en las universidades hasta quienes administran las ciudades, pasando por los propios ciudadanos, es decir, una tarea que implica la generación de una Cultura Urbana 3.0, sin la cual el Urbanismo 3.0 se quedaría simplemente en el discurso.

Justamente, uno de los conceptos más cercanos y complementarios al Urbanismo 3.0 proviene de la ecología, a través del concepto de la resiliencia, cuya aplicación a escalas urbanas permitiría gozar de ciudades mejor preparadas para soportar cualquier adversidad -natural o artificial-, dentro de ciertos parámetros preestablecidos. Por tanto, el urbanismo resiliente parece ser el nuevo paradigma que debe alimentar las políticas de gestión territorial y gestión urbano-ambiental entre aquellas ciudades que deseen minimizar los impactos adversos del cambio climático.

Sin ir muy lejos, Arequipa ya registra radicación UV extrema sin que esto haya ameritado ninguna consideración en el nuevo Plan de Desarrollo Metropolitano ni mucho menos en una Ordenanza Municipal que promueva protección solar en espacios públicos altamente concurridos, como es el Paseo Peatonal Mercaderes, por mencionar alguno.

Para variar, la iniciativa lanzada el año pasado por Naciones Unidas para lograr ciudades resilientes en el Perú aún no ha logrado captar muchos adeptos. A nivel de la Región Arequipa, la Municipalidad Distrital de Yanahuara fue la única en suscribir dicha iniciativa global, mientras Alfredo Zegarra insiste en demostrar su falta de preparación para el cargo y su incuestionable irresponsabilidad al mantenerse al margen de la Campaña Mundial “Desarrollando Ciudades Resilientes: Mi ciudad se está preparando” y que la misma AMPE viene promoviendo.

Quienes estén interesados (incluído AZ y sus secuaces) en saber más de cómo lograr resiliencia urbana, pueden descargar el Manual para Líderes de Gobiernos Locales (pdf 7.2 MB) en el siguiente link:
http://www.unisdr.org/files/26462_manualparalideresdelosgobiernosloca.pdf
Si antes del 2015 más del 75% de ciudades peruanas se comprometen a poner en marcha los 10 principios rectores de la resiliencia, habremos avanzado mucho.