Guiones desadaptados

Resacas

Guiones desadaptados

Argo. Este año, el Oscar al Mejor Guión Adaptado lo ganó Argo, la misma que ganó (inmerecidamente) el Oscar a la Mejor Película. Basada en un reportaje periodístico del 2007 titulado “El Gran Escape: Cómo la CIA Usó una Falsa Película de Ciencia Ficción para Rescatar Americanos de Tehran”, que cuenta la fascinante historia de cómo la CIA usó una falsa película de ciencia ficción para rescatar americanos de Tehran. O Teherán, ciudad que queda muy lejos de Los Ángeles y, por supuesto, de Hollywood. ¿Valía la pena hacer una película sobre el susodicho artículo que, basado en hechos reales, relata una tremendísima hazaña burocrática? Hay que conseguir que se nos apruebe el proyecto cinematográfico (media película), hay que falsificar pasaportes, apréndanse bien sus roles y no se pongan nerviosos en la fila. Una llamada a última hora y eso es todo. No valía la pena ni escribir el reportaje, por más verídico que fuera, bastaba con el largo título. La adaptación cinematográfica echa de menos algunas bromas que aparecen en el papel pero que, supongo, por su inmodestia o espíritu sobrador, prefirieron evitar. El agente de la CIA del reportaje no es pues tan buena gente como el caracterizado por Ben Affleck.

Silver linings playbook. La adaptación de David O. Russell de la novela de Matthew Quick se deshace del abundante ripio novelesco y consigue una comedia romántica más que redonda. Silver linings playbook se ha traducido como “El lado bueno de las cosas” o “El lado luminoso de la vida”. Silver linings alude a una frase común en inglés (Every cloud has a silver lining = Toda nube tiene su lado plateado) cuyo equivalente en español sería “después de la tormenta, sale el sol”. Pero ese playbook lo complica todo. Hace falta leer la novela para descifrarlo. En la novela, el protagonista se empecina en leer los clásicos de la literatura norteamericana, esperando encontrar en ellos alguna esperanza para su vida. Y hace una desesperada crítica de Hawthorne, de Hemingway o de Fitzgerald a partir de una expectativa imposible de felicidad: quiere que los libros sirvan para animar a la gente y no para deprimirla. Sabiendo esto, el título se entiende mejor: “El juego de buscar en los libros alguna esperanza para seguir”. Este aspecto de la novela no aparece en la película y es lo único que se hace extrañar. En cuanto al resto, la película la supera largamente. Otra razón de peso: la estupenda actuación de Jennifer Lawrence.

La vida de Pi. Una mala adaptación puede ser también una buena película. Es el caso de La vida de Pi o Una aventura extraordinaria, dirigida por Ang Lee, basada en la novela del canadiense Yann Martel. Pese a ser una película entretenida, por momentos conmovedora, no alcanza ni remotamente a cubrir la expectativa despertada por el libro. Más allá de los incidentes que no han sido trasladados a la pantalla, sólo enumerarlos sería demasiado (no se entiende que se haya podido omitir, por ejemplo, el pasaje del buque petrolero o la ceguera sufridas por Pi y el tigre); el realismo de la novela, muchas veces despiadado y bastante gore, hace palidecer de vergüenza la más alta tecnología en efectos especiales y 3D. Por más detalles que el cine traiga a primer plano, lo espectacular del medio termina convirtiendo lo “real” en fantástico. Otro aspecto ausente en la película es la honda religiosidad del protagonista (a lo largo de la novela se hace más de cien referencias a diferentes religiones, especialmente al hinduismo). El instinto de supervivencia obligaba a Pi al más extremo salvajismo sin abandonar su profunda religiosidad, esto en la película es casi anecdótico o un detalle más de color. La vida de Pi es una gran novela y si algo pudiera objetársele a su adaptación cinematográfica, es la posibilidad de que el que estaba a punto de leerla prefiera verla pensando que con eso ya tiene más que suficiente. Ni remotamente.