Las Colinas decapitadas

Takanakuy

Pompoko

“Todos los tanukis corrientes murieron, en el viaje festivo hacia la muerte. Un viaje festivo sin retorno… Pobres tanukis. En el viaje hacia la muerte. En el viaje festivo hacia la muerte.”

La batalla Tanuki de la era Heisei Pom Poko, traducida al español simplemente como Pompoko y vendida en cualquier puesto de di-vi-dis piratas como La guerra de los mapaches, es una película mágica que emociona, divierte y confronta. De esas que dan ganas de ver con la familia un domingo por la tarde.

La historia presenta a una juguetona comunidad de tanukis -una especie, muy parecida a los mapaches, poseedora de poderes sobrehumanos como la sinceridad, el buen humor o la capacidad de transformarse a voluntad a través de la metamorfosis- que, un buen día, se ven obligados a pelear para defender su territorio, el cual, es arrebatado por los humanos, quienes, para variar, están empecinados en destruir sus montañas y bosques en aras de un gran “proyecto de desarrollo”: el mega proyecto urbanístico que representa Tokio.

Aunque muchas críticas aparecidas en la red apuntan a que esta película intenta reflexionar sobre una cuestión ambiental, creo que la película plantea un tema puntual llamado Desplazamiento por desarrollo.

Veámoslo así: Existe la posibilidad de que los tanukis representen a una comunidad indígena que vive tranquila en un área determinada. Existe la posibilidad de que un proyecto de corte urbanístico, industrial, energético, etc requiera usar el territorio sobre el que esta comunidad indígena respira. Existe una posibilidad, es un decir, de que los pobladores de estas tierras no deseen salir y que los responsables del proyecto presionen a estas comunidades a abandonar estas tierras. Existe la posibilidad de que el Estado mismo haga uso de su aparato represivo para obligar a la comunidad a ceder. Existe la posibilidad de que en algún canal de televisión, en un periódico y/o en los titulares de la radio usted mire, escuche y/o lea: EXPLOTA NUEVO CONFLICTO SOCIAL…

Del mismo modo que los tanukis, en esta película traducida al español como Pompoko y que usted puede comprar en cualquier puesto pirata como La guerra de los mapaches, millones de seres en el mundo son desplazados de sus tierras y condenados a una forzada migración para preservar los intereses del desarrollo económico. La investigadora Bogumil Terminski afirma que cada año quince millones de personas sufren desplazamiento como consecuencia de proyectos de desarrollo en el mundo. El sociólogo Michael Cernea es puntual al indicar las pérdidas de las víctimas del desplazamiento por desarrollo: tierra, trabajo, hogar, identidad cultural, padeciendo además marginalización, incremento en índices de mortalidad, desintegración social, alienación y deprivación sociocultural. Todo esto sin contar la violencia padecida antes, durante y después de los desalojos que puede ocasionar traumas, heridas, muertes.

Precisamente, esta película traducida al español como Pompoko, finalizaba cuando los tanukis más agresivos realizaban un último ataque kamikaze ante las fuerzas represivas humanas mientras otros se embarcaban hacia un suicidio colectivo en la escena más hermosa y triste de la película y alguien, que contemplaba esta escena, pensaba en lo siguiente:

Hace más de medio año emergió una voz desde Brasil, precisamente desde Mato Grosso y más precisamente desde las sagradas tierras de Pyelito Kue y Mbarakay y más precisamente desde el sincero corazón de la etnia Guaraní Kaiowa. Esta voz, subió hasta lo más trascendente de las redes sociales, escaló a través del periodismo más honesto y denunció años de abuso y violencia contra las comunidades brasileñas. La voz golpeó, su mensaje fue rotundo: los indígenas de estas zonas no renunciarán a sus tierras –que por derecho ancestral les pertenecen pero que por orden del Estado les serán arrebatadas- y no se moverán, aunque tengan que entregar sus vidas para ello. El mensaje se interpretó como una amenaza de suicidio colectivo aunque muchos agentes oficiales intentaron tranquilizar la situación afirmando que no se trataba de un suicidio, no, no, sino al simple contexto de lucha por su tierra… ¿Enfrentarse al Estado, en estos tiempos tan capitalistas, puede no ser una acción suicida?

¿La auténtica naturaleza de los seres humanos es cruel? se preguntaba una tanuki ante la destrucción que desolaba su comunidad. ¿Cómo es posible que los humanos puedan vivir así? se preguntaba otro joven tanuki al observar sus colinas, antes hermosas, ahora decapitadas. “Pobres tanukis. En el viaje festivo hacia la muerte” rezaba el narrador. ¿Se siente, de algún modo, comprometido con la preservación del desarrollo económico o con la preservación de la vida que aún respira, palpita y sonríe en este planeta? le pregunto a usted, sensible lector.

*Si desea saber más acerca del conflicto producido en Pyelito Kue y Mbarakay busque información sobre la etnia Guaraní Kaiowa en la red.