Polvo de rinoceronte negro

Takanakuy

javier diez canseco 2

En noviembre del 2011, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza declaró que la sub especie de nombre RINOCERONTE NEGRO OCCIDENTAL estaba oficialmente extinta. Cazadores ilegales, chamanes falsificados, políticos ignorantes sonríen. Aquel hermoso animal cuyo cuerno se alzaba desde la tierra con la jerarquía del rayo se desvaneció, de pronto, sin que apenas pudiéramos hacer nada. Apagad las luces. Esconded la luna. Esconded las estrellas.1 Nada más que la culpa desarrollándose como un embrión de tormenta en el pecho del mundo. Javier. ¿Qué hemos hecho?

Cuando el páncreas delató ser consumido por un cáncer furioso recién volteamos el rostro. Comenzaron los homenajes. Los primeros síntomas de un arrepentimiento que la televisión manoseaba. La intuición aparece cuando domesticas lo inevitable. Javier ¿Qué se hace cuándo uno se entera de estas cosas? ¿Qué se hace cuando recibes una llamada telefónica con la voz temblorosa de alguien que te dice, de la nada, que la muerte ha besado aquello que es amado y necesario?

Sábado 4 de mayo. 10:21 p.m. Mientras la noche escupía las primeras tentaciones sobre el rebaño ansioso de las calles del mundo algo rozaba tus labios,  algo se proyectaba hacia tus fosas nasales, algo ingresaba a tu cuerpo y rastreaba dentro, confiscaba, extraía. Un minuto más tarde algo salía, lenta y silenciosamente una exhalación te abandonaba. Una posibilidad en el diorama del espacio tiempo. Un átomo tuyo, tal vez, se hizo polvo, descendiendo hasta el piso de aquel espacio hipodérmico en la clínica donde proyectaste tu revolución por última vez.

Luego se hizo oficial a través de los medios. Comenzaron los golpes en el pecho. La culpa se condensaba en los pulmones de cada persona que se iba enterando de lo sucedido. Cazadores ilegales, sus vicios y egoísmos, la seducción del poder. Primero tienen que reducirlo. Dispararle y proceder, luego, a cortarle el cuerno. Es brutal. Cuánta sangre ha manchado nuestras manos. ¿En qué creemos? ¿En quién nos amparamos? ¿Por qué lo permitimos?

Existe la creencia, dentro de la medicina tradicional practicada en algunas zonas de Asia, de que el cuerno del rinoceronte posee poderes medicinales, casi mágicos. Se dice que el polvo de cuerno de rinoceronte es más cotizado que el oro debido a la suposición de que puede curar muchos males, incluso el cáncer. Se sabe que la caza de rinocerontes se ha convertido en la nueva  aventura de bandas de criminales y ambiciosos deshumanizados, quienes, se hacen de dinero aserrando las astas de estos hermosos animales.

Existe la creencia, dentro de la política mundial, de que los revolucionarios poseen poderes sobrenaturales, casi mágicos: nunca renuncian a sus ideales. Se dice que la cabeza de un verdadero revolucionario es más buscada que la cura del cáncer, debido a que un verdadero revolucionario puede curar muchos males, incluso la pobreza o la ignorancia, que desde cierto punto de vista, devienen en lo mismo. Se sabe que la caza de revolucionarios ha sido una aventura  desproporcionada de gobiernos comprados y burgueses desalmados, quienes, se hacen de plata aserrando los sueños y el futuro de los niños que el mundo nos ofrece cada día.

¿Qué significa esta guerra en el corazón de la naturaleza? ¿Por qué la naturaleza lucha con ella misma? Esta terrible crueldad, ¿de dónde sale? ¿Cómo ha arraigado en el mundo? ¿De qué semilla, de qué arraigo ha nacido? ¿Y de quién es obra? ¿Quién nos mata?2

Javier, tú que fuiste un verdadero revolucionario porque renunciaste a una parte de tu historia, para ofrecerle tu vida al mundo, en una lucha difícil contra la desigualdad. Tú que nunca renunciaste. Tú que intentabas una cura para el mundo mientras otros matan en nombre de una ficción llamada dinero. Por ti, para no volver a escuchar en las noticias que otra constelación ha sido borrada de nuestro rostro. Por ti, para creer en las cosas bellas del mundo y llenarse de esperanza los pulmones. Para renunciar a parte de nuestra historia y ofrecer nuestras vidas a la vida, ofrecernos a aquello que abre sus pétalos y respira desde el centro mismo de la fe.

Empuñar un lápiz y escribir la historia. Vigilar. Cuidar aquello que se nos ha sido entregado. Sentir, desde la difícil geografía del epitelio que se entrega hacia el universo. Luchar. Hacer de la creación un rayo -consagrado al cielo- que encienda todas las estrellas. Las antorchas, la luna, los astros. Y alcanzar, finalmente, un mundo en el que podamos ser felices, podamos echar al vuelo nuestra imaginación y podamos ejercer nuestros derechos.3 Ése, el mundo que soñaste. El mundo por el que lucharemos.

Las frases en cursiva son tomadas de las películas Velvet goldmine – Todd Haynes(1); La delgada línea roja – Terrence Malik(2); y a las propias palabras de Javier Diez Canseco(3), para quien fue escrito este texto.