¿El peruano más amable?

Takanakuy

el peruano más amable- columna Takanakuy

El Mincetur lanzó este año una campaña muy divertida que busca reconocer y estimular la práctica de hábitos amigables hacia los turistas como una manifestación positiva de nuestra cultura turística. Qué maravilla. Sí señor. Puedo imaginar la plácida sonrisa del sheriff John McNorman en Perú, Nebraska. Y me viene, hay días, una gana ubérrima, política, de querer, de decir: oh yeah!

Sin embargo, algo ocurre, cada vez que mi espíritu se regocija con la buena nueva de las ingeniosas campañas y proyectos que se ejecutan en nuestro país para promocionar el turismo. Ocurre que vivo, que respiro. Que abandono la ficción de las redes sociales y salgo a la calle, a enfrentarme a la vida y de pronto la veo llegar, como si nada pasara, con el tropel que ensambla su reconocible silueta peruana, con el ruido de su amor incandescente sobretodo cuando es mediodía, con el ronco sentimiento de su rebeldía poco contenida. Entonces, levanto el brazo, la miro a los ojos, me dejo devorar por su veloz encanto y me dejo llevar.

La combi. Unidad de transporte peruano en el Perú (Perdonen la tristeza).

Y no solo en la combi. Ocurre lo mismo, cuando me dirijo a una oficina de Registros Públicos. Cuando intento matricularme por enésima vez en la universidad. Cuando voy al banco. Cuando estoy en un centro comercial. Cuando hablo con la asistenta social del trabajo de un familiar. Cuando acudo a una oficina del Ministerio Público para brindar una declaración. Cuando me inserto en la vía pública como el ciudadano de a pie que soy.

Por eso, resulta extraño, curioso o raro toparme con estas iniciativas aisladas de todo contexto de realidad nacional. ¿Cómo podemos ser amables con el otro si muchas veces no somos amables con nosotros mismos?

Tal vez, el gobierno, no debería gastar tanto dinero en promocionar campañas superficiales. Quizá si de una vez por todas comenzamos a preocuparnos en los verdaderos temas que necesita el país estaríamos mejor, no sólo con los turistas, sino con nosotros mismos. Hablo de la escuela y de la familia. De la educación y la formación. De los conocimientos necesarios para tomar decisiones correctas, de la capacidad crítica para cuestionar el mundo actual y del soporte emocional para conducirse en él.

Así no tendríamos que estar buscando al peruano amable… con otro turista, porque tendríamos a millones de peruanos amables con otros millones de peruanos. Así, la amabilidad dejaría de ser una categoría referida al incremento de un capital y regresaría a ser lo que es: una cualidad humana. Y no tendríamos este premio que es el equivalente del codiciado galardón que Bob Esponja entiende como realización personal: El empleado del mes -galardón que condensa una fuerte carga de dominación ideológica, especialmente sobre las mentes jóvenes que comienzan a abrirse camino en el mundo actual-.