Las chicas de moco azul

desde mArte

juventud

– NICAGANDO te ooooooodioooooooo

 – Olviiiiiiiiidateeeee, yo estaba calata, después pongo los videos, tiro su pañuelo sudado y yo como una chola casi lo agarro.

 – El mejor concierto lejooooosss!!!! Somos dm cholas que bestia con el pañuelo con moco

 – Mueran las dos putas!  Ajajajaja

 – Yo tengo el pañuelooooooo

 – De echo…. Yo vi quien lo agarro y no eras tu al menos que te asemejes a una empleada jajajajajajaja

 – Sigo diciendo que me da rabia no haber estado en Lima para ir.

 Las recientes semanas, dedicadas a la organización de la muestra Entornos Reconfigurados y al taller y a la presentación de Los Músicos Ambulantes, del Grupo Cultural Yuyachkani, en el Teatro Municipal de Arequipa –el sábado 18-, encontré en Facebook varios insumos para seguir pensando críticamente en la realidad peruana, sin ambiciones precisas para escribir un ensayo, pero con ganas de compartir con ustedes algunas reflexiones.

 Encontré la conversación que pego en el primer párrafo, sin signos de puntuación ni corrección ortográfica, en el muro de una jovencita que, supongo, comentaba con sus amigas sobre uno de los varios conciertos que traen loca a la juventud peruana con recursos económicos (hasta me las imagino hijas de esos solidarios y generosos empresarios que se regodean con el tema de la inclusión).  

 Ayer, cuando construía historias mentales en base a acciones  tan simples como caminar, mirar a los ojos, pararme y sentarme, en Taller Entre el Proceso y el Resultado, dictado por Miguel Rubio, Teresa Ralli y Ana Correa, de Yuyachkani (que significa “estoy pensando, estoy recordando”) aluciné, en un momento, con las chicas de la conversación y me preguntaba si estaban aptas para acoger propuestas como las de Yuyachkani, como simples espectadoras.   ¿Podrán esas niñas que cholean a su regalado gusto entender discursos sobre la necesidad de construir una identidad común, entre los peruanos?

 Y más allá, la interrogante se extendía cuestionándome sobre el impacto de los mensajes de Yuyachkani en la población empoderada,  sobre esa que tiene los instrumentos y las facultades para tomar decisiones de diversa índole, que afectan e involucran las vidas de los, ¿cómo los llamo? ¿los sin poder, los not-empowered, los “otros”?, los que se asemejan a la empleada de la niña de moco azul (porque al tener la sangre de ese color, no podemos esperar que su moco sea verdoso, no?).  ¿Cómo tomarán ellos un mensaje como el de Los Músicos Ambulantes?

 A pesar de la ira que me provocan conversaciones como esa, de otro lado albergo la esperanza de que discursos como los que plantea Yuyachkani toquen la sensibilidad de otro tipo de personas, de las que, procediendo de cualquier segmento socio económico, tienen un poco de neuronas en el cerebro y sentimientos en el corazón.  Sigo apostando por el poder del arte para hacernos, por lo menos, pensar.  Un arte como el de Yuyachkani destinado a hombres y mujeres de sangre roja y moco verde, sin ninguna pretensión de teñirlos de azul.

 Aunque sigo curiosa… ¡Quién me puede dar un artefacto adivinatorio para saber qué tienen en la cabeza esas chicas de moco azul, hijas de padres de la misma estirpe!