El tiempo de los anormales

Takanakuy
"Pasacalle realizado en calle Mercaderes con motivo del primer festival internacional de teatro Arequipa 2013"

«Pasacalle realizado en calle Mercaderes con motivo del primer festival internacional de teatro Arequipa 2013»

No puedo evitar, mientras camino, tararear el jingle político más importante en la historia de Latinoamérica. Jingle que he podido conocer gracias a “NO”, la película del chileno Pablo Larraín. Así que, mientras mastico un durazno o cualquier otra cosa, avanzo por la calle, recordando algunas de las escenas más tristes que he vivido en las últimas semanas.

Digo tristes, claro, dije. Porque es triste enterarse, de una buena vez, que esta ciudad, y probablemente este país, están de cabeza.

Queridos lectores de Takanakuy, ante ustedes respetuosamente me presento y expongo:

1.- Que ha pasado casi un mes desde que proclamé a los cuatro vientos “oficialmente soy practicante de radio X”. Desde entonces he tenido la suerte de ser padawan de Carlitos, un periodista muy buena onda del que aprendo cosas importantes para el oficio.

2.- Ser practicante de radio te permite asistir a muchas conferencias de prensa y conocer a mucha gente importante, gente que usa terno, gente ganadora, gente que toma las decisiones pues. Políticos. Autoridades. Etcétera.

Y aquí viene lo triste, la cosa fea. He comprobado que muchos de estos líderes, elegidos con algún tipo de fe, son incapaces de entender qué significa trabajar desde la sede del poder político de sus comunidades. Compruebo que la mayoría de las conferencias a las que asisto últimamente venden eventos o proyectos hace tiempo superados en ferias de ciencia de colegios estatales y conversaciones de jovenzuelos incomprendidos que merodean sus primeras noches de rock. Y acercándome a la realidad, que día tras día la calle trae, compruebo que, efectivamente, los gobiernos municipales no hacen nada por sus comunidades. Nada.

Nada.

El agua era lejos / y no cargaban las piernas ni los ojos del felino. Así comienza la fábula de Jimmy Barrios llamada “El tiempo de los anormales”. Un poemario intenso cuyo título me atrajo de inmediato. El tiempo de los anormales debe ser este tiempo de sed, de vacío. Los anormales deben ser aquellos que buscan el agua, la utopía.

Visto desde la práctica cotidiana, lo normal es lo mediocre (y se hace institución y regla y modelo cultural). Ése es nuestro status quo. Culturalmente, el aparato estatal no obedece un ideal comunitario que busque la realización del grupo humano, el bien común. De ese modo, lo contracultural sería lo metódico, lo planificado, lo políticamente correcto (que se hace subversivo y revolucionario y amenaza constante a dicho status). Por lo tanto, lo contracultural en la ciudad (actividades de colectivos y asociaciones independientes, en espacios no convencionales, con propuestas alternativas) se convierte en el ideal de desarrollo de poder político.

 

Aquí viene lo específico, el deslinde. Estos movimientos “contraculturales” buscan proponer soluciones a temas descuidados por sus autoridades pues en el tema de gestión cultural el trabajo desarrollado por municipios brilla por su ausencia. Los equipos técnicos que administran nuestros recursos no tienen cuadros capacitados en el tema. Y los alcaldes que lideran estos equipos no se enteran del asunto. Por eso tenemos oficinas cuyo menú presenta fusiones novo-andinas cuyas nomenclaturas no tienen nada que envidiarle a las cartas más extravagantes de las más avezadas cocinas moleculares del mundo: Gerencia de turismo, deportes y cultura. Gerencia de Cultura, deporte y desarrollo social. División de promoción cultural y participación vecinal. Comisión de educación, cultura, juventud y deportes. Pero eso no es todo pues hay municipios que no presentan departamento en el que se mencione la palabra cultura.

Todos los movimientos que surgen de una necesidad no cumplida y se lanzan a la lucha son movimientos sociales afirma el filósofo –una vanguardia para Latinoamérica- Enrique Dussel.

Aquí viene la propuesta, lo anormal. Nuestros ciudadanos que habitan lo contracultural, desde donde plantean proyectos de integración para esta ciudad disgregada por el caos, realizan un trabajo constante desde hace tiempo en Arequipa. Colectivos y asociaciones independientes, integradas mayoritariamente por gente joven luchan por los derechos de todos desde sus oficios. Festivales de arte, de poesía, de teatro, de música. Eventos de carácter internacional que, mostrando una capacidad de gestión increíble, son ejemplo de liderazgo y consecuencia.

Los movimientos sociales dicen que la política está corrompida y no les interesa meterse en política, sino seguir luchando desde abajo para que las cosas cambien, continúa Dussel desde el texto “Política de la Liberación”.

Entiendo que la desesperanzan frente a lo político se extiende como una gran cicatriz que sutura nuestra generación y sobre esta cicatriz se alza el mundo reglado por lo mediocre.

Las cosas pueden ir cambiando desde abajo, pero si no se logran nuevas estructuras políticas no cambian del todo, es decir, no se logra construir algo definitivo. Hay que meterse en política, lo tiene que hacer la gente honesta, la gente que quiere servir al pueblo y no usar el poder para enriquecerse. Para eso hay que tener una visión de qué es lo político, agrega el filósofo.

Por eso me parece correcto haber titulado esta columna del mismo modo que el texto de Barrios: El tiempo de los anormales. Porque siento que ha llegado el tiempo en que se aplaque la sed alcanzando el agua que era lejos…  Porque va siendo hora de que la gente honesta, profesionales capacitados, colectivos contraculturales asuman compromisos frente a sus comunidades, comenzando su preparación para conseguir un imaginario de lo político como un paradigma de la época. No sé si deba limpiarme de entusiasmo los ojos pero, luego de compartir una tristeza por el vacío que representan nuestras infames autoridades, me vuelven las ganas de tararear el jingle del que les hablé al comienzo y me dejo contagiar sintiendo que la alegría ya viene.

Arequipa, mayo 2013.