Ola k ase usted pasea un lunes o k ase

Takanakuy

Colmuna Takanakuy

Tapay. Así se llama. Sus bellas mujeres, acostumbradas a vestir con finísimos hilos, acomodan fantásticos frutos al ingreso de la catedral arequipeña. Unas pancartas se mueven hasta las rejas que protegen este lugar destinado últimamente más al dios del turismo que al dios de los católicos. Gusmán Huacollo desciende desde su aureola de alcalde municipal de un valle lejano para ubicarse entre los vegetales dejados por las mujeres refugiadas en corpiños hermosos.

Mientras Alejandro Toledo (una cosa es equivocarse y otra ser corrupto) practicaba malabares con la palabra para no equivocar sus divertidas versiones sobre su participación en la compra de inmuebles que realizó su suegra (que vale oro, según algunos entendidos en suegras) en Lima, el mundo comenzaba a escuchar un audio en el que el ilustre rector de la Universidad César Vallejo y alcalde de Trujillo, César Acuña (los que me conocen de cerca saben que no leo, que nunca escribo), planeaba extraer recursos de la Caja Municipal de su ciudad para usarlos en la mejora de su imagen con miras a las próximas elecciones.

Recién eran las 9 de la mañana de un lunes 27 de mayo en que nos despertamos solos, desayunamos solos, retomamos nuestras actividades solos, somos socialmente felices y solitarios desde facebook, y ya se gestaban situaciones decisivas para nuestro futuro más cercano. Muchos ciudadanos comprometidos anunciaban acciones decisivas. Por ejemplo, El Causha colocaba en su muro: “tOdO EztO CambiaRa En Mi gObiernO”. Y en la plaza de armas de Arequipa algunas autoridades y pobladores de Tapay, luego de organizar frutas como prueba irrefutable de su trabajo, comenzaban una huelga de hambre exigiendo que nuestro presidente regional, el filósofo Juan Manuel Guillén (ser o no ser, he ahí el dilema), se decida a culminar el proyecto de asfaltado de carretera para Tapay que fue aprobado en el 2009 y que hasta la fecha no se realiza. Veamos.

Tapay se llama el hermoso valle cayllomino que goza de una envidiable biodiversidad por la cual entrega año tras año fabulosos ejemplares de chirimoyas, lúcumas, tunas, naranjas, paltas, pacaes, choclos, etcétera. Un dream team de alimentos deliciosos y saludables que literalmente se queman en la puerta del horno de su comunidad porque no pueden ser llevados a zonas de comercio debido a que, desde hace 155 años, el lugar no cuenta con una carretera que permita una actividad comercial externa.

En Tapay viven aproximadamente 900 personas que no cuentan con servicios de agua y desagüe y que no conocen un hospital. La mayor parte de su población joven ha emigrado en busca de mejores condiciones de vida y de trabajo y la proyección es que esta realidad sea sostenible, lo que significa que este poblado y su cultura desaparecerán irremediablemente en un par de generaciones. Todo por una carretera.

Esta situación no es exclusiva de Tapay, sino que es una realidad de muchos otros poblados que tienen a desaparecer al interior de Arequipa y del país. Por ejemplo, el poblado de Maca, vecino de Tapay, sufre de hundimiento de sus tierras desde hace años por lo que necesitan reubicarse con urgencia. Algunas otras comunidades parecen pueblos fantasma, lugares donde alguna vez existió algo bello que respiraba y vibraba y ahora se desvanece con el polvo de la indiferencia.

Tal vez si nos animamos a pasear un rato por el mundo real nos enteremos de estas cosas que ocurren y si somos un poco humanos podamos convencernos de que sirve trabajar por cosas más grandes que uno mismo. Y “cosas grandes” no hace referencia necesariamente a estadios como cree el señor Elmer Cáceres Llica (Harlem Shake, La ruta de Ciro, Colca Fashion, etcétera) quien está destinando más de un millón de soles en la remodelación y mejoramiento del estadio municipal de Caylloma. Más de un millón y medio de soles con los cuales se podría trabajar en proyectos de desarrollo reales en las comunidades y distritos que realmente necesitan del apoyo de sus autoridades y de técnicos y profesionales inteligentes que puedan entender su contexto más allá de la burbuja que hemos creado desde las redes sociales que, hoy por hoy, nos alejan del mundo.

¿Y cuándo comenzaremos a vernos con los demás desayunados todos al borde de una mañana eterna?
¿Un lunes señor Vallejo, un lunes cualquiera?