David Sánchez Manrique Pancorvo y Toribio Sarayasi Ccyavilca, son personas de mundos antagónicos, personajes que podrían encontrarse tan sólo para desconocerse, aunque tengan la misma entraña criminal. Ambos utilizaron el amor como pretexto para el exterminio -es una hipótesis, no, no lo es-
David, alias “Loco David” se jactaba de concentrar toda su pasión en una camiseta y sus acciones para protegerla y hacerla respetar consistían en el ataque, -la moral inversa-, siempre fue así. Un hincha de su calaña no dialoga. Se pica y mata.
Es más, alguien le dijo a David que era un hincha, quizá fue la misma persona que le dijo a Toribio “El monstruo del Pozo” que era un hombre normal que se enamora como cualquiera. Los engañaron. Son homicidas sin la mínima capacidad de aceptar la adversidad si no es aniquilando a quien la produce.
¿Por qué mató el “Loco David” a Walter Oyarce?, al chico bien, le jodió que el aliancista cantara un gol de visita, y se solazara en un palco crema mientras blandía una bandera a rayas. David Sánchez Manrique Pancorvo de la ciudad de los Reyes, se pica y mata y no sólo eso. Cuando lo acusan, vira la mirada al al compañero y dice “èl fue”, y si el compañero niega, David ofrece 200 mil soles para que cargue con el pato, así de fácil… sí, pienso igual que ud. Y digo bajito como ud. –rosquete que le dicen-… Pero esta vez no fue un soplamocos al más monse del salón, el loco mató a una persona.
El padre de Walter Oyarce dijo esta mañana que a pesar del aparato de prensa, armado para favorecer la versión de Sánchez Manrique, fueron las pericias de ingeniería, las pericias antropológicas forenses y el testimonio de quienes vieron cómo murió Oyarce, lo que determinó la decisión de la fiscal a cargo del caso: 35 años de prisión para El loco y José Luis Roque Alejos, “Cholo Payet”, el mismo que levantó a Oyarce para que Manrique lo empuje.
Cuando Walter murió más de uno se puso la blanquiazul sobre la camisa, sobre el saco, incluso sobre la crema, cosa del momento, emocionalidad, una absurda y miserable pantalla colectiva ordenada por la moda. Nadie lucha contra la violencia voluntariamente –es una hipótesis, no, no lo es-
Ayer, Toribio Sarayasi Cacyavilca fue condenado a 10 años menos que Sánchez Manrique, no tuvo aparato de prensa, no sobornó a nadie, pero también trató de escapar como el “Loco David”, por supuesto no en un avión sino a través de una fuerte dosis de raticida, cada quien toma decisiones de acuerdo a sus ingresos.
Al igual que su par homicida, volvió de inmediato del breve viaje y fue sometido. Sarayasi asesinó a su prometida, Yanteh Parisaca ahogándola en un pozo de agua, luego la ultrajó introduciéndole el brazo por la vagina y el recto. Cuando entrevisté a la madre de Yaneth me dijo que la cadena perpetua era la justa pena. Yo recordé una de las acepciones de justo que suena justa – “ Exacto, que no tiene en número, peso o medida ni más ni menos que lo que debe tener”- pero linda con el sadismo.
Imaginé a Toribio Sarayasi en el pozo de la avenida aviación boca abajo sobre un charco. Ahora imagino a David Sánchez Manrique cantando -y dale U- en una cornisa del matute, sonriente, seguro de que nada va a pasar, mirando hacia adelante. Pero me queda claro que los miserables son ellos y que la primera acepción de justo es -“que obra según justicia y razón”-…