Perú, país del mañana

Takanakuy

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Juan Javier Salazar, limeño nacido en 1955, trabajó en 1981 un proyecto de mural llamado Perú, país del mañana (proyecto para hacer un mural cuando tenga el dinero, mañana). La obra deja ver a distintos presidentes peruanos de cuyos labios crecen breves globos de texto que elaboran, a partir de una simple palabra, un relato sustentado en el olvido disfrazado de promesa: mañana.

Esta pintura, de la que se habla mucho pero de la que se escribe poco, retrata la historia de un país que pudo y no pudo ser. Un país que casi casi. Un país que no es. Un retrato que habla desde sus autoridades, desde lo institucional, desde la sede del poder que no hace otra cosa que descansar a la sombra de un futuro que tal vez pero no.

Si el Perú -que es Lima- padece de la enfermedad del mañana, Arequipa -que también es el Perú- se ha contagiado de la peor manera. Sí señores, Arequipa es un paciente comatoso. Sus autoridades delirantes sufren las terribles consecuencias de improvisadas drogas que buscan resucitar al enfermo. Lo mejor sería llevar al enfermo a un hospital para que sea evaluado y tratado. Sin embargo, la fiebre delirante de sus autoridades hace de su visión un nublado que no les permite dar un paso sin tropezar. Si nuestras autoridades no pueden consigo mismas es imposible que puedan curar al enfermo. No pueden y a cada instante se encargan de demostrarlo. No existe en ellos lo que se conoce como capacidad de respuesta. Sin ir muy lejos podemos ver que no se ha cumplido con la reconstrucción de las zonas afectadas luego de las lluvias macondianas del último febrero. Y no se han quitado las trampas que han dejado, a merced de incautos peatones, los terrales que sufrió la ciudad hace poco. No hablemos de un plan de desarrollo real para Arequipa porque podemos deprimirnos.

Sin embargo, en medio de esta epidemia de letargo algunos jóvenes están comenzando a despertar. Un caso para resaltar es el del llamado “Colectivo de colectivos”. Una suerte de comunidad del anillo que integra a asociaciones culturales de diferentes escenas bajo el nombre de RADIACCIÓN con el objetivo de cambiar el rostro de la ciudad desde la gestión cultural. Resulta alentador y aleccionador que jóvenes artistas sean los más preocupados en organizarse y trabajar desde una perspectiva fundamental en la que los abanderados del desarrollo arequipeño no han sabido atender: la cultura.

La cultura nos brinda la posibilidad de integrar un grupo y a partir de esa integración construir una identidad. En la afirmación o negación de una identidad se logra tomar conciencia del mundo a través del ejercicio político. La cultura, entonces, es un generador de identidad y la identidad, a su vez, genera pensamiento y acción política. La comunidad, por tanto, es un reflejo político de su cultura.

Por lo tanto debemos entender que este grupo de jóvenes ha asumido una gran tarea en cuanto se refiere a la construcción de una identidad que permita acceder a la ciudadanía. Es necesario que estos jóvenes artistas tomen conciencia de ello y que puedan plantear su actividad como una gestión política que consiga hacerse del poder. La carrera electoral ya comenzó en Arequipa y algunos viejos personajes acechan los municipios y la región. Tal vez no es el momento de que los jóvenes gestores se planteen un trabajo de representación electoral pero sí es el momento preciso para que puedan presionar las agendas políticas y mediáticas hacia la inclusión temas de desarrollo cultural dentro de los programas que se presenten en campaña porque si no lo hacen ellos no lo hará nadie.

Ante la incapacidad de los viejos políticos que mantienen en coma a nuestra ciudad aparece la propuesta renovadora de jóvenes artistas y gestores culturales que pueden hacer un cambio real si se plantean un trabajo a largo plazo, que tenga como objetivo la administración de nuestros recursos desde la sede del poder (el Estado), para conseguir la ansiada igualdad social traducida en igualdad de condiciones de desarrollo sin distinción de clase.

Hay bastante chamba amigos, no la dejemos para mañana.