¿Neymar?… ¡Quero dinheiro pra saúde e Educação!

Amor al chancho

"Quiero dinero para salud y educación"

 

En el mundial de Francia 98, siendo una de las favoritas la selección del “fenómeno” Ronaldo, vi un reportaje que trataba de describir la delirante pasión que causaba en los brasileños un encuentro futbolístico. La voz en off del reportero decía algo como –no es novedad que cuando Brasil juega nadie trabaja, los niños no van al colegio, y las calles se llenan de soledad- intentando explicar que, para los brasileños, el fútbol, más que un deporte que han perfeccionado, más que una fiesta que los hermana, más que un despilfarro de vanidad nacional que no genera déficit en los corazones garotos, “es la mais grande oportunidade de conquistar o mundo” (Esa máxima vertical hace que a Mezzi, el apelativo de “la pulga” le quede como guante de asesino)

Sin embargo, algo tan insospechado como el Maracanzo ha sucedido en Brasil: El fútbol se ha convertido en un misio acto de magia que ya no llena ni la mitad del salón porque la gente está en las calles, jugando con seriedad un cotejo que dista mucho del despilfarro vanidoso y el delirante apasionamiento por la casi mágica improvisación de Neymar.

Abdicación o cese temporal, los brasileños se han zurrado en la copa Confederaciones y todo indica que harán lo mismo en el Mundial que se jugará en su país el próximo año y, para lo cual se ha gastado, sólo en estadios, el equivalente a la construcción de “ocho mil escuelas nuevas” (Romario Dixit). El quiebre en Brasil ha generado una mitosis -para unos perjudicial y para otros positiva- entre fútbol y sociedad.

El dolor debe ser el mismo en ambos grupos, pero en este caso la urgencia no comporta consenso, no en Brasil, ¡escuelas y salud, ahora, estadios luego!… es la consigna. Resulta curioso pensar que para muchos que, prefieren el espectáculo del fútbol antes que una verdadera reforma, los que están en las calles y no en una butaca en Sur, Norte, Oriente u Occiente, son un grupo reducido.

Acá, en Arequipa (por nombrar UN caso), algún periodista dientón con cara de cojudo y cómoda posición, diría que Romario es un pequeño Ex futbolista con ideas de lindan con el atraso, un recalcitrante “Antimundial” que no identifica en la oportunidad que da la FIFA las puertas al desarrollo que tanto necesita la población.

En Brasil acusan a la FIFA de ser el verdadero presidente, así como en Arequipa acusan a una empresa minera de ser el verdadero alcalde, creo que la analogía es válida si partimos del compuesto “costo- beneficio” que a veces desfavorece a la población… La diferencia es que en Brasil son miles los que afirman que las cosas no andan bien y se quitan a las calles antes que la sombra del poder les quite el bronceado, allá hay autoridades que se ganan el pleito porque entienden que es parte de su trabajo, mientras que en Arequipa, bueno, en Arequipa, muchas autoridades hacen como que no vieron la jugada o ésta fue tan rápida que ni la sintieron –“Yo no sabía señores de la prensa…”-

El diputado Romario, asegura que los gastos para Brasil 2014 doblan las monstruosas inversiones hechas en Alemania 2006 y Sudáfrica 2010 juntos, es decir, sus cálculos rozan los 13 millones de dólares, suficientes razones para abrir suspicacias sobre el destino real del dinero…  Brasil 2014, estadios remozados y de estreno “es bonito pero no práctico”. Sí, lo es, pero las sociedades no se desarrollan a partir de estadios, quienes piensan que sí, seguramente sienten orgullo mundialista por tener más de una loza deportiva en  el barrio, son los que nunca se han preguntado por qué los laboratorios (si los hay) de la mayoría de colegios estatales están menos equipados que un camarín de estadio o una posta médica con menos utilidad que una butaca preferencial.

Es que a las autoridades no sólo les fascina, al borde del paroxismo, el lema “mente sana en cuerpo sano” sino que además les parece un hato de complejidades los meandros de la ciencia, un derrotero ajeno.

¿Por qué tendrían que ser estereotipados como “anti todo” los que cuestionan. En este caso los que tratan fiscalizar y redistribuir sensatamente el destino del dinero de todos los brasileños. Escuelas en vez de estadios, las primeras serían una alterativa principista y por ende determinante sobre los segundos, comunes existencias que no podrían prevalecer ni en Brasil ni e otra parte del mundo sobre las primeras, así de simple, sin embargo parece que no se hubiera entendido la real motivación de la sustitución. Aún así la FIFA obtendrá una ganancia de cuatro mil millones de reales, pero no pagará nada al Estado. No puedo dejar de pensar en la anterior analogía con la empresa minera en Arequipa y mucho menos en los dientes del periodista escupiendo el “anti todo”