AQP TOMA LA CALLE

Takanakuy

aqp Toma la calle

 

Gracias a Thomas S. Marshall  entendemos la ciudadanía como una práctica mediante la cual podemos alcanzar el desarrollo de la comunidad a través de la realización de la persona. Esta ciudadanía se origina en la ciudad –espacio de ejercicio de los deberes y derechos, espacio del ejercicio del poder- a partir de tres componentes interrelacionados:

1. Ciudadanía civil, a través de la cual la persona desarrolla sus derechos individuales de libertad: pensamiento, expresión, propiedad, etc

2. Ciudadanía política, entendida en el derecho a la participación igualitaria del poder político: todos podemos elegir y ser elegidos en igualdad de condiciones.

3. Ciudadanía social, mediante la cual podemos acceder a niveles satisfactorios de vida en comunidad: educación, salud, vivienda, seguridad, etc

De un ejercicio responsable de nuestra ciudadanía depende que podamos alcanzar el desarrollo de nuestras comunidades permitiendo igualdad de condiciones para todos los individuos que las conformamos. Esta ciudadanía se realiza a través de la participación social que conquista nuevos derechos y está pendiente de su realización en el día a día.

En el Perú estas prácticas se han multiplicado con el correr de los años y han sido desarrolladas por sindicatos y colectivos preocupados, últimamente, por temas ambientales y legislativos que vulneran derechos básicos y frente a los cuales no hemos sido muy responsables, tal vez porque estas manifestaciones eran convocadas por sindicatos y colectivos emparentados a dudosos personajes y partidos políticos corrompidos.

Sin embargo, hasta antes del 17 de julio del año 2013 no se había visto esta rápida respuesta de la sociedad civil frente a manejos judiciales, culturales, económicos o políticos incorrectos en el país. A las pocas horas de una cochina elección de representantes a TC, DP y BCR en el Congreso de la República, cientos de peruanos salieron a protestar al centro de la capital del país. Y a los pocos días otras ciudades comenzaron a organizarse en protestas similares pidiendo la anulación de estas elecciones realizadas en modo “repartija nivel maldita boa”.

En Arequipa, a partir de la información que circulaba en redes sociales y prensa, una juventud mayormente universitaria se comenzó a contagiar del espíritu anti-corrupción y se organizó para salir a las calles encontrando una cima el día lunes 22 en la plaza de armas de la ciudad. Fue muy emotivo observar que decenas de jóvenes estudiantes y egresados de las distintas universidades de la ciudad se daban la mano y se pasaban las cartulinas en las que diseñaban, con plumones, las frases de su indignación. Y luego levantaban la voz para denunciar y para exigir el respeto que todos merecemos de parte de aquellas autoridades a las que les dimos la responsabilidad de administrar nuestros recursos y proteger nuestras comunidades.

Los resultados de estas protestas son conocidos y a pesar de que han renunciado casi todos los miembros elegidos para estos puestos clave de nuestra vida pública las marchas continuarán. Esta primera señal debe darnos esperanzas de que los nuevos protagonistas de la vida política del país son jóvenes comprometidos que, haciendo un ejercicio responsable de su ciudadanía, se organizan demostrando una gran capacidad de convocatoria y sensibilidad frente a este difícil mundo.

Queda esperar que este compromiso no sea solo entusiasmo inyectado desde las redes sociales porque el país no es solo el Congreso ni los problemas sólo anidan en Lima. Como dice mi amigo Jhonatan, es necesario mirar hacia adentro. Como un primer paso estas marchas están vomitando la indignación atravesada en el organismo corrompido de nuestra nación. Un segundo paso sería la organización de estas juventudes altamente comprometidas e inteligentes para la elaboración de propuestas que permitan asegurarnos la defensa de los derechos básicos de todos los que poblamos el país.

No nos olvidemos que mientras marchábamos por plaza de armas, muchos alcaldes, regidores, ministros, presidentes regionales, rectores y demás servidores públicos la pasaban de lo lindo en sus casas, olvidándose de sus juicios y denuncias confiados en un poder judicial que hace tiempo no envía a la cárcel a ningún funcionario coimero, ladrón o estafador.

No hay que olvidar que mientras se marcha contra el Congreso, los fujimoristas siguen planificando la salida del chino dictador de la cárcel y los nuevos dueños de los bonos agrarios sonríen y se soban las manos pensando en el momento cercano en que harán efectivos esos cobros. No se olviden de los narcoindultos y la adquisición de propiedades que algunos no pueden explicar.

No olvidemos que en Arequipa el Gobierno Regional hizo una silenciosa repartija de este hermoso lugar hace mucho tiempo y a esas personas nadie les ha dicho nada, pero nada. De esta nueva fuerza joven depende ahora que las cosas cambien, al menos en nuestra ciudad.