Meses atrás, en un bastante improvisado ejercicio proyectual, con horizonte al mediano plazo, nos permitimos estimar en US$ 3,000 millones, el monto necesario para financiar la brecha de infraestructura urbana que hoy mantiene Arequipa Metropolitana – ARE-MET y que no le permite capitalizar, con mayor eficiencia, su posicionamiento como primer nodo macro-regional del sur del Perú. Un reciente estudio de Oxford Business Group – OBG estima en unos US$ 5,000 millones el monto para atender el déficit infraestructural de toda la Región Arequipa. Asumiendo que el 60% de las carencias regionales se concentran en su ciudad capital, podríamos coincidir en cifras muy cercanas para confirmar el costo de la brecha de infraestructura urbana de ARE-MET. Si bien, estimar estos montos puede resultar tarea relativamente sencilla; descubrir y señalar de dónde y cómo obtener su financiamiento es cosa de quirománticos y nigromantes de peso; pues semejante presupuesto simplemente pareciera no existir en ninguna cornucopia.
Pero somos suertudos y por ahí apareció un hada madrina vestida de oropeles y platerías -haciendo las veces de un moderno cuy mágico- que, de pronto, y sin mediar ningún esfuerzo propio, empezó a dar toques de varita mágica haciendo aparecer obras por doquier. Era el naciente canon minero que había empezado a regalar (regalías que les dicen) los frutos de la herencia geológica de la pacha mama a gobernantes que tuvieron la dicha de contar metales preciosos en sus terruños. Y fue así como nace, en el ordenamiento jurídico peruano, la Ley del canon, mediante la cual algunos gobiernos regionales y locales (no todos, por cierto) perciben un porcentaje de los ingresos generados por la actividad minera en sus jurisdicciones. Hasta ahí, tal vez nada nuevo para el lector; sin embargo, aquí viene la novedad. Desde 1996 a la fecha, el monto total acumulado de transferencias por concepto exclusivo de canon minero a municipios provinciales, distritales y gobiernos regionales ha sido estimado en más de US$ 12,000 millones. La pregunta es, ¿Cómo se refleja semejante gasto en la mejor calidad de la obra pública y la mejor calidad de vida de los peruanos que tienen la suerte de vivir en una región minera? ¿Cuántos de esos doce mil millones de dólares han terminado, lamentablemente, financiando monumentos al juanete? Y me pregunto, simplemente me pregunto, pues este monto es superior al presupuesto total invertido hasta la fecha en el experimento científico más importante de la historia de la humanidad (CERN) en la que participan más de 10,000 científicos de 600 universidades de todo el mundo y que cofinancian casi todos los miembros de la Unión Europea. Son aproximadamente 10,000 millones de dólares que cambiarán el curso de la historia de la humanidad y de cuyos descubrimientos científicos dependerá la sobrevivencia de la raza humana. Vuelvo a preguntar. Cómo ha cambiado la historia de los peruanos la inversión de estos 12 mil millones de dólares en manos de nuestros alcaldes? Y ya en nuestra tierra, qué ha cambiado en la calidad de vida de los arequipeños después de tantos años de complementar el FONCOMUN con el Canon? Acaso no seguimos igual (y peor) con el tráfico y la contaminación? Mucho crecimiento y poco desarrollo, sin duda.
Acostumbrados (mal acostumbrados, mejor dicho) a estirar la mano para esperar ansiadas transferencias de papá gobierno, municipios emplazados en zonas de explotación minera han manifestado recientemente honda preocupación ante los ya anunciados recortes presupuestales en dicho rubro. Dicen, los quejosos, que las obras quedarán paralizadas y que miles de personas quedarán sin trabajo (como si dar trabajo fuese su única y mayor finalidad!). En otras palabras, dicen que no es justo que los desteten así nomás y de la noche a la mañana. Sin embargo, lo que no dicen (ni quieren reconocer) nuestros alcaldes “canon-adictos”, es que ya es hora del destete y que el hada madrina de la minería no debe seguir siendo la única fuente mágica para el financiamiento de la obra pública. Es más, nunca lo ha sido; pues para el caso de Arequipa esta no representa más del 10%.
Lo que pasa es que -como bien señalan los especialistas y en eso estamos de pleno acuerdo- se han gastado la plata en monumentos y emolumentos. Han echado mano a ingresos extraordinarios para obras y gastos ordinarios. Han invertido plata del canon en pintar postes y veredas, como si pintar postes y veredas, barrer calles y recoger la basura, sean acciones de impacto e inversiones sostenibles.
Todos sabemos que los minerales son recursos finitos y, por tanto, tienen fecha de extinción, lo que implica que el canon también se extinguirá poco después que se explote el último m3 de mineral que, para el caso del cobre, empezará a extinguirse en menos de 7 años. De allí para adelante el cobre va cuesta abajo en todo el mundo hasta su total extinción en menos de . Si piensan que ese dato es dramático, el siguiente lo será aún más. Podrán construir todas las obras que deseen con lo que queda del canon. Construirán muchos puentes y muchas autopistas. Inaugurarán muchas losas deportivas y muchas piscinas. Arequipa se llenara de “parques-biblioteca” –al estilo Medellín- y de museos y de palacios de bellas (y malas) artes (que escribo en minúsculas pues no merecen mayúsculas). La ciudad rebalsará de espléndidas obras de la mano de espléndidos alcaldes que no tomaron conciencia que el fruto del canon se ha convertido en una bomba de tiempo para las próximas generaciones de ciudadanos. Ha resultado que se han gastado toda la plata en construir las obras y no han guardado nada para su mantenimiento y conservación. Es el año 2040 y Arequipa debe celebrar su Quinto Centenario; pero ya no hay canon minero y encima, se tiene que volver a reconstruir un largo puente sobre el rio Chili que no recibió mantenimiento desde su inauguración allá por el año 2014, al igual que muchas autopistas que, por negligencia, no incluyeron en sus presupuestos, el correspondiente para su mantenimiento y conservación, acortando tremendamente sus periodos de vida útil; exactamente la misma “enfermedad” que “mató” a la Variante de Uchumayo y que hoy intentamos resucitar. Y si creen que este es un mal nacional, no lo es tanto. El Tío Sam está pasando por las mismas aflicciones y tribulaciones con su gigantesca red de autopistas y puentes construida frenéticamente durante la post guerra; estando, actualmente, con un “bajísimo” índice de calidad de infraestructura vial comparable a los de Chile y España. Obama no sabe de dónde sacar plata para reemplazar la gigantesca infraestructura vial de post guerra y, mientras no lo haga, puentes y autopistas empezaran a colapsar, como que ya están colapsando.
Está muy bien hacer obras y mejor aun si son extraordinarias, el problema es que el hada madrina de la minería no regresará para dejarnos propina de yapa para dar mantenimiento a todo lo construido en la época de oro. Aprendamos la lección y que no nos pasen tremendas aflicciones después de tantas adicciones a lo efímero.