Frío que mata

El regreso

Friaje

La carretera casi no se ve, el blanco de la nieve no permite distinguir entre el cielo y la tierra. Todo es blanco. La camioneta debe ir despacio, adivinando la huella del camino. Estamos sobre los 5 mil metros sobre el nivel del mar y el frío está varios grados bajo cero. A lo lejos se divisa una casucha de adobe y calamina. Es increíble que allí pueda habitar una familia; nos acercamos y el ruido de la camioneta alerta a sus habitantes que salen a recibirnos.

Un pastor de alpacas, su mujer y cinco niños viven en esa precaria vivienda que apenas puede cubrirlos del intenso frío y la helada; uno de los niños de apenas cuatro años se abraza de mí y me pide pancito. Su carita rajada, sus moquitos verdes que le aparecen por su naricita y sus ojos apenas los puede abrir por una infección que parece atacarlo. No puedo con la escena, pienso en los habitantes de la sierra de nuestro país que cada año sufren la inclemencia del frío, de este frío intenso que parece meterse en los huesos; en ese otro Perú que es el de los olvidados de siempre.

Cada año el crudo invierno serrano deja una secuela de muerte y olvido en la sierra del Perú y en nuestra región el panorama no es diferente; en lo que va del año ya se han registrado más de diez mil camélidos muertos que no pudieron soportar los 10 grados bajo cero y que ya alcanzan el 10% de la población de camélidos de la región Arequipa; sin contar con la pérdida de los pastizales que terminarán quemados por la helada.

Es decir, el panorama es simplemente desolador y las autoridades poco hacen por paliar esta terrible situación; de nada nos sirve ser un país emergente con millones de dólares en reservas y estar calificado como país ideal para la inversión privada, si no podemos resolver el tema de los servicios básicos de educación y salud; y mucho menos esta recurrente tragedia anual que deja su estela devastadora.

De qué nos sirve ser sede de la millonaria Convención Minera si no pensamos en los más necesitados de nuestra región, si cada año tenemos que estar estirando la mano a la gente para hacer colectas solidarias para juntar frazadas y medicinas y hacer de bomberos cuando ya los incendios se ha desatado.

Es urgente y necesario implementar una política de prevención para afrontar las heladas de cada año, destinar un presupuesto para mejorar las viviendas rurales, con cocinas mejoradas y corrales techados para cubrir a los camélidos de la nieve; ellos lo necesitan y habrá menos niños que pidan pancito a los visitantes y menos alpacas traspasadas de frío.