El concepto de urban mining o minería urbana puede sonar novedoso, sin embargo, aparece en la década de los 80s, como parte de una estrategia para promover las nacientes corrientes del reciclaje. Sin embargo, la minería urbana no parece haber tenido mucho eco en la comunidad, tal vez por el masivo desconocimiento acerca del tema. Para empezar, no se trata de operaciones mineras convencionales, ni tampoco tiene que ver con hacer socavones debajo de las ciudades. Se trata, en cambio, de una forma de explotar metales, raros y preciosos, mediante un selectivo proceso de recolección y reciclaje de aparatos, generalmente electrónicos que, como sabemos, se han convertido en parte del atuendo contemporáneo y que, al carecer de vida eterna, deben ser reemplazados religiosamente cada cierto tiempo, produciendo lo que se conoce como e-waste o basura electrónica.
Y, efectivamente, como su uso y consumo obedece al dictado de la moda electrónica, no sorprende saber que cada año, en todo el mundo, se desechen alrededor de 150 millones de teléfonos móviles, 52 millones de computadoras personales y 36 millones de monitores. Y claro, estos aparatos, una vez inservibles y caducos, ocupan espacio en la casa u oficina, espacios que antes se disponían para libros y otras cosas, y que ahora han dado origen a una suerte de mini-cementerio o santuario casero de e-waste. Y si uno es cachivachero – y de los buenos- no hay como dejar de pensar en dónde guardar el primer celular, la primera PC, el primer CPU, el primer monitor, la primera impresora y otra tanta parafernalia electrónica, propia de estos tiempos de transición entre el siglo XX y el XXI; amén de cajas y cajas de teclados, mouses y cables de todo tipo, color y tamaño, antiguas cámaras fotográficas, aquel viejo teléfono-fax, supresores de picos, cargadores de baterías, scanners, routers, micrófonos, parlantes y un largo etcétera que incluirá, en un par de años más, mi primer Ipad, mi primer Iphone y otras, hoy novedades, que se convertirán, tarde o temprano, en materia prima del urban mining de tiempos venideros.
Pero, cuál es el negocio de la minería urbana? Que pueden tener de interesantes (económicamente hablando) los electro-cachivaches de marras? Pues que, a simple vista, ocultan gran parte de los 21 mil millones de dólares de oro y plata que se destinan anualmente para su fabricación. Estimaciones de Gold & Silver Buyers y de Ruediger Kuehr indican que, anualmente, la fabricación de aparatos electrónicos requiere de hasta 320 toneladas de oro y 7,500 toneladas de plata; de los cual apenas se recupera un 15%. Para tener una idea de lo que nos estamos perdiendo, bastaría echar un vistazo a uno de los centros de minería urbana más rentables del mundo en Guiyu, China; donde procesan anualmente 1.5 millones de toneladas de e-waste, obteniendo ingresos por hasta 75 millones de dólares anuales. Nada mal para un negocio basado en reciclar basura. Pero, como todo lado que brilla, también tiene su lado oscuro. La cantidad de metales pesados provenientes de la manipulación de las tarjetas de circuitos integrados y su exposición a los cientos de trabajadores de la planta, son un grave problema de salud ocupacional aun no resuelto, junto con algunos casos de explotación infantil. La importación de e-waste ilegal también es otro problema muy difícil de controlar. Los esfuerzos para involucrar a los propios fabricantes en la recuperación de materia prima es todavía incipiente y tardará algunos años antes de implementarse un acuerdo global para que los fabricantes internalicen sus externalidades.
Es por ello que la minería urbana no es cosa de juego. No se trata de recuperar los metales a cualquier costo, incluido el ambiental. De lo que se trata es de establecer un adecuado mecanismo que evite una explotación criminal y absurda, terminando en algo parecido a lo que hoy permitimos en Madre de Dios. La minería urbana es una opción bastante interesante, pero debe darse, únicamente, a través de un trabajo bien organizado y bastante responsable. Es potencialmente, una minera muchísimo más limpia que la tradicional -a tajo abierto o de socavones- y que, con la creciente tendencia de evolución tecnológica, la producción de materia prima está más que garantizada. Por qué será que de este tipo de minería se habla tan poco? Por qué no ver que detrás de los electro-cachivaches podría estar un potencial eco-negocio? Es hora de diversificar el concepto de minería y dar paso a nuevas formas de recuperar los millones de toneladas de recursos naturales ya extraídos y que volvemos a enterrar absurdamente en los millones de artefactos que desechamos sin opción a su reciclaje.