Sus rostros resecos, endurecidos y quemados por el frío, no han perdido la ternura de su sonrisa, la limpieza de la mirada y la pureza del alma que se trasluce detrás. El problema es que bajo toda esa dulzura, la política aún discute la forma de prevenir fenómenos climáticos que se dan desde tiempos ancestrales.
Las tardías y mediáticas campañas de solidaridad, el abrigo que proporciona la ropa sintética de segundo uso y las interesadas declaratorias de emergencia, ocurren sistemáticamente y en secuencia, año a año, en las últimas dos décadas; pero no han contribuido a mejorar la precaria situación de los habitantes de las alturas, hoy, como hace miles de años, azotadas por la helada.
La pregunta entonces es, ¿Cómo es que los antiguos peruanos se establecieron allí y sobrevivieron hasta nuestros días, cuando no había cadenas nacionales de televisión con conductores de sonrisa impostada que pedían donar ropa de abrigo, cuando las emergencias eran reales y no implicaban negocios turbos al amparo del “pánico”, cuando no existía el material sintético que afea las viviendas tradicionales de los antiguos y pintorescos pueblitos de la serranía?. La respuesta parece ser….
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