Amy Winehouse, a dos años de su muerte

Resacas

Cabusrri-Amy-Winehouse

El legado de Amy Winehouse obliga a los melómanos del mundo a repensar su peculiar estilo. Extraña fusión de géneros como el jazz, el soul, el blues, el pop de los sesenta, el ska, el reggae, el sampleado como característica principal de la música electrónica a partir de los ochenta, el rock, el hip-hop, etc. Si a esta fusión le agregamos su estrafalario look, mezcla también de muchos estilos, estamos ante una artista que no escatimó en influencias de ningún tipo…

 

Para mejor rastrear las raíces musicales de Amy Winehouse, como conviene hacer ante cualquier músico notable, nada más sencillo que echarle un vistazo a sus covers. Saber por qué elige tal o cual tema para luego transformarlo en otra cosa totalmente distinta, nos da una buena pista de su vuelo musical así como de la tradición que desea romper o continuar. Por ejemplo el clásico de Sam Cooke, “Cupid”, una balada soul con arreglos románticos de violín, es transformado por Amy en un reggae con arreglos de viento típicos del ska, hasta aquí nada del otro mundo; lo extraordinario viene con la interpretación vocal: las voces de Sarah Vaughan y Dinah Washington confundidas en una sola, en pocas palabras: un reggae cantado con el registro y el fraseo propios del jazz.

Otro cover notable es el que hace sobre un tema de los Teddy Bears, “To know him is to love him”, balada de los cincuenta con acompañamiento simple de guitarra y, como fondo, un coro de voces masculinas; Amy, acompañada tan sólo de una guitarra, luce su voz con variantes de fraseo entre el jazz y el folk. Hasta los Beatles han hecho su propia versión de este tema, pero nadie ha conseguido una versión tan sensible como Amy. La misma adaptación hace con “Will you still love me tomorrow” de las Shirelles, aunque con un acompañamiento más relajado, con su pizca de bossa nova; y con la voz hace otra vez lo que le viene en gana, atacando agudos y graves por igual. Sobre “No greater love” —canción cantada originalmente por Billie Holiday— Amy no hace ningún cambio significativo, se limita a rendirle tributo a una de sus cantantes favoritas. Este listado de covers pone en evidencia sus principales influencias: jazz, soul y pop de los sesenta.

Entre las canciones propias de Amy Winehouse hay que señalar, como habitual, el recurso del sampleo o sampling: cuando tomas un pedazo de alguna canción o tema ya existente y lo utilizas para tu propia música (“copiar/pegar” como parte importante del proceso de creación). Citaré algunos ejemplos: en “Help Yourself” Amy toma las primeras notas de “You won’t be satisfied” de Doris Day, una canción de 1966; en “Mr. Magic” samplea el tema del mismo nombre de Grover Washington Jr.; en “He can only hold her” toma los primeros acordes de guitarra, además del coro de voces masculinas, del clásico “My girl” de The Icemen; y en “Tears dry on their own” utiliza como riff, a lo largo de toda la canción, parte de la percusión (sobre todo el ruido de las baquetas) del conocido tema “Ain’t no mountain high enough” de Marvin Gaye y Tammi Terrell. Aunque parezca paradójico, el sampleo le da a la música de Amy ese toque moderno que la aleja y diferencia del soul clásico. Recurso que no emplean ni Melody Gardot ni Adele, cantantes de jazz y de soul (la segunda más country que soul), pertenecientes a la misma generación de Amy.

Uno de los críticos del New York Times encuentra que la principal diferencia entre Winehouse y sus precursoras (las cantantes de jazz de los cuarenta y cincuenta: Billie Holiday, Sarah Vaughan y Dinah Washington; y los Girl Groups de los sesenta como The Shirelles o The Ronettes), se halla en el tenor de sus letras. Las divas del jazz –opina el crítico- cantaron letras muy duras pero que aludían a conflictos sociales o, en su defecto, al amor, pero en un sentido bastante general, y los Girl Groups no cantaban más que frivolidades; en cambio, Amy Winehouse escribe sobre sus propias vivencias, nunca antes una cantante de jazz o de rythm & blues fue tan desgarradoramente personal; eso —agrega el crítico— la acercaría más a los compositores modernos de hip-hop, cuyas letras son también bastante autobiográficas. Puede ser. No hay que olvidar, sin embargo, que la figura del cantautor es —a partir de la década del sesenta—predominante. Desde que los cantantes se animan a escribir sus propias letras, cae de maduro que éstas correspondan con lo que les toca en suerte vivir, y con una sensibilidad diferente en cada caso. Que las letras se animen a ser tan personales, no es exclusividad del hip-hop ni de ningún otro género. Las letras de “Rehab”, “You know I’m no good” o “Back to black” son Amy Winehouse, y sólo ella podía convertirlas en grandes canciones.