Romantisísmico, lo último de Babasónicos

Resacas

lo último de babasónicos

“No hay medida, no hay escala, no hay stop, es que hoy nosotros sentamos precedente. Nadie sabe qué se hace en estos casos, cuando manda el amor”. Hace un par de meses, la extraordinaria banda rock/psicodélica/pop Babasónicos sacó Romantisísmico, disco compuesto de doce temas. El entrecomillado es parte de Negrita, la más feeling de las canciones, un reggae lento; hacia el medio una percusión estrambótica, tribal. La guitarra eléctrica, con los tambores como fondo, estrena un nuevo sonido en el catálogo siempre sorprendente de esta banda. Adrián Dárgelos —poeta posmo— nos tiene acostumbrados a letras cada vez más traviesas y sugerentes (Negrita): “Municiones en tu boca, verdad de pólvora, quien la probó, cayó rendido a tus brazos, por un puñado más”. Algo más travieso, más sexual, se escucha en Uso: “Nadie me leyó el  manual de instrucciones que traías pegado en lo bajo de tu ser, será que por eso yo te daba uso de valquiria y gladiadora del deseo”. Humo sorprende por sus cambios intempestivos de ritmo, la distorsión, los cascabeles y otra vez lo melodioso pegajoso como chicle cuyo dulce no empalaga. Estos tres temas suenan a la mitad del disco.

Que empieza con La Lanza, si Adrián Dárgelos es feo imagínalo después de una brutal paliza, así aparece en el video promocional del disco. El amor tiende a convertirnos en antipáticos y violentos, saca afuera la peor madera /diría Calamaro/ y, por supuesto, siempre hay uno que termina peor que el otro: “Si me vas a empujar, no me des por muerto hasta que me caiga de verdad. Te vi partir en dos tu lanza…” Love is a battlefield /Pat Benatar/, y life is a bottlefield. En Aduana De Palabras la frase, la imagen que queda dando vueltas, es “un puñado de papel con palabras”, la imposibilidad de decir lo que se quiere; el balbuceo romántico cede paso a la inventiva surrealista, un desvarío de maché y cuero, que distrae la atención de lo que se quiere decir y no se puede, suena hasta beckettiano pero con un exceso de imaginación que cubre (no sé si sobradamente) el silencio y la impotencia. El Baile De Odín es el más rockero de los temas; y la letra es alucinada, “chispas en la risa de los brackets, pulpa de mango chorrea por tu boca, freno en las encías para no comerte”. Una de las típicas historias de Babasónicos: el amor pasajero, encuentro casual, líquido, tocata y fuga. Run Run es poco más de lo mismo, pero en versión depre.

Los Burócratas Del Amor es otro de los temas con video. El enamorado despechado regateándole un poco de tiempo a la chica que no quiere volver. Orgullo cero, culpa cien: “Algunas cosas en la vida hay que pagarlas, el aire no todavía”. Puedes perder el amor propio, pero no el humor. Casi es la balada del disco, el arrepentimiento de haber querido a la chica equivocada. Uno Tres Dos parece contar la historia de un triángulo amoroso, “uno de los tres va a decir algo que seguro no le va a gustar a dos, y entre esos dos estamos vos y yo, sólo falta saber quién de nosotros traicionó”; la he escuchado un par de veces (más que eso) y me queda poco claro si se está a punto de descubrir una infidelidad, o es algo más retorcido, tratándose de Babasónicos no sorprendería. A diferencia de otras bandas, ésta es la que mejor describe el amor líquido /Bauman/, irresponsable o inconsecuente, sin la carga de censura moral. El saludo entre amigos ya no es más el puño sólido entre dos sino un rozar de palma y choque desinteresado de nudillos (que todo fluya como el agua), lo mismo pero trasladado al terreno amoroso.

El disco cierra con dos temas más ligeros. Paisano, rítmicamente, suena por momentos ha corrido country; aunque la letra es muy antisistema, el tema no abandona el jugueteo ni la broma. Celofán es otra triste canción de amor, el rasgueo de la guitarra y el punteo eléctrico desganado, con mucho delay, es un recurso ya prácticamente agotado.

Cada nuevo disco de Babasónicos merece una juerga. Habrá que emborracharse un par de días, mientras las letras cosquilleen en la bragueta, desabrochando corpiños…