Una inesperada multitud acompañó los restos del joven periodista Carlos Juárez Guila, quien fue sepultado ayer en el cementerio Parque de la Esperanza, en el distrito de Cerro Colorado, a las 16 horas. Entre los asistentes estuvieron sus compañeros de trabajo, amigos del colegio Claretiano y de la escuela de Ciencias de la Comunicación de la UNSA, así como voluntarios de la Cruz Roja, donde fue un destacado miembro.
Pobladores y autoridades de la municipalidad de Mollebaya, también acudieron a las exequias de Carlos Juárez. Un representante del municipio prometió que, en su honor, una obra en esa jurisdicción llevaría su nombre, debido a que Carlos Juárez prestó su apoyo en el año 2012 a esa localidad, en el operativo para desalojar a invasores.
El discurso principal estuvo a cargo de su padre, también llamado Carlos Juárez, quien agradeció a Dios haberle dado la compañía de su hijo mayor, al menos 24 años. En medio de lágrimas y sollozos, dijo sentir un gran dolor pero, al mismo tiempo, orgullo por lo conseguido por su hijo a su corta edad. Resaltó su paso por los medios de comunicación más importantes y su compromiso con su trabajo.
Por otro lado, la Cruz Roja le otorgó un ascenso póstumo y le rindió honores, antes de ser sepultado, resaltando su trayectoria dentro de la institución a la que ingresó cuando apenas contaba con 16 años.
Ninguno de los asistentes pudo evitar derramar una lágrima, mientras su compañera de trabajo, Mitsu Alvarado, aún se debate entre la vida y la muerte, pues también sufrió quemaduras en el 85% de su cuerpo, las que comprometieron varios órganos vitales.