No sólo es el cambio climático que está provocando los deshielos acelerados de los nevados que rodean los valles del sur del Perú, sino también la intensa deforestación y depredación vegetal de las que han sido objeto extensos territorios cercanos a los ríos.
Así lo explicó Ronald Fernández Bravo, Director de la Autoridad Administrativa del Agua Caplina Ocoña, al momento de presentar el Plan de Gestión de Recursos Hídricos de la Cuenca Quilca-Chili, el cual requiere una inversión de 3 mil millones de soles en los próximos 25 años.
En este plan se contemplan diversas acciones, entre ellas, fomentar la investigación en recursos hídricos y equilibrio ecológico, de manera que se pueda mitigar los efectos del calentamiento global y el cambio climático que son inevitables, además de tener en consideración el hecho de que Arequipa se encuentra en medio de una zona desértica. Por esto, en el mejor de los casos, se conservará el volumen actual del fluj de agua, mas no se incrementará.
La tierra: represa natural
En relación al sistema de represas de la cuenca Chili-Quilca, Fernández Bravo dijo que no están llegando al fin de su vida útil y tampoco se requiere la construcción de más embalses, pues la capacidad total de almacenamiento del sistema es de 450 millones de metros cúbicos y las precipitaciones anuales no pasan de 500 millones de metros cúbicos.
Pero el 60% del aporte de aguas que se contemplan en el balance hídrico, provienen del subsuelo que es el mejor modo de almacenamiento, dado que allí no existe evaporación y su flujo es lento y gradual, lo que permite una dosificación natural de su discurrir hacia los ríos, según explicó.
Pero esto deja de ocurrir cuando el terreno alrededor de los ríos ha sido depredado y no tiene vegetación, cuyas raíces son las que permiten la absorción del agua de la superficie, ya sea de deshielos o de lluvia. De ahí la importancia de recuperar extensos terrenos que han sido deforestados y están provocando la disminución de este flujo. Grandes extensiones de bosques de queñuales, tola y pastos naturales han sido deforestadas, lo que estaría incidiendo directamente en el menor volumen de agua del subsuelo que discurre hacia los cauces de los ríos.
Racionamiento
Fernández aseguró que actualmente existe suficiente recurso hídrico para asegurar su distribución a la población, el agro y la industria, durante los años 2014 y 2015 que son los añpos “secos” que cada década se presentan en Arequipa. Para el 2016 espera que las lluvias vuelvan a su nivel normal y, por tanto, no sea necesario restringir el uso del agua en ningún momento.
Actualmente la descarga en el Chili es de 11 metros cúbicos por segundo, en noviembre se reducirá a 10 y en diciembre a 9, sin necesidad de efectuar descargas de la represa El Pañe que es la que aporta el agua con algas que causó el mal olor y sabor detectado semanas atrás.
Se espera que entre enero y febrero llueva en las zonas altas, lo que permitirá elevar el almacenamiento de El Pañe hasta doblar su volumen actual que es de 39 millones de metros cúbicos (MMC) con lo que se mitigaría el efecto de las algas y se renovaría el agua de este represa volviéndola reutilizable.
En caso que las lluvias no ocurrieran, se tendría que descargar el agua de esta represa, de toas maneras, pero Fernández dice que confía en que no será necesario hacerlo.
En el peor de los casos, de haber racionamiento, se da prioridad al uso para consumo humano, seguido del uso agrícola y, finalmente, el uso industrial. Aún en este caso, solo se puede disminuir el 15% de la dotación para consumo humano, por norma, mientras que la reducción a los sectores agrícola o industrial, es aprobada por los Juntas de Usuarios y se hace según la circunstancia específica que se esté atravesando, aclaró.