Mary Molina, pareja del poeta Luzgardo Medina, fallecido este domingo de un súbito paro cardiaco, denunció ayer que hubo negligencia en la atención de Medina cuando acudió al hospital Goyeneche con fuertes dolores de cabeza el fatídico día.
Según narró a la prensa durante las exequias que se tienen lugar desde las 9 de la noche de ayer, Luzgardo llegó al hospital por sus propios medios con fuertes dolores de cabeza y dificultad para respirar. Al tomársele la presión registró 14,10 pero sus dificultades para respirar aumentaban. Entonces el médico de turno, de apellido Olave, indicó que le suministraran oxígeno, pero aparentemente se fue a almorzar sin verificar el cumplimiento de su orden.
Cuando Carlomagno Medina, su hijo, llegó al hospital tras recibir la llamada del padre, lo encontró sentado en una silla con grandes dificultades para respirar y con solo una interna que le hacía compañía. El propio Carlomagno intentó darle respiración boca a boca cuando notó que Luzgardo dejaba de respirar, le proporcionaron masajes en el pecho, pero fue inútil. En contados minutos y sin mayor atención, uno de los poestas más prolíficos de estos tiempos, había fallecido en un hospital público, indiferente y paupérrimo.
Más allá de la intervención del médico de turno y del personal que estuviera a cargo, la responsabilidad se extiende a todo el hospital y, al sistema de Salud, en general. Por eso el gerente regional de Salud, Edwin Bengoa, ha ofrecido a la familia una investigación, pero desde ya se puede concluir que las precarias condiciones de este nosocomio podrían contar esta historia, una y otra vez, con similares resultados.
Por esta razón, los restos mortales de Medina llegaron al lugar del velatorio pasadas las 9 de la noche, permaneciendo todo el día en la morgue. El velorio, en el Museo Histórico Municipal de la Plaza San Francisco, se prolongará hasta mañana miércoles a las 3 de la tarde cuando será llevado para darle sepultura.