El país en que vivimos: Magallanes, la impunidad y la indolencia

Columnas>Columnista invitado

Año 2015, 35 años después del inicio de la guerra interna, doce años después de la entrega del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, documento que señaló que en el Perú hubo al menos 69,280 personas muertas y/o desaparecidas, la impunidad y la indolencia se siguen mostrando agresivas, incluso en una sala de cine.

Durante el conflicto armado interno, la época de mayor vergüenza de nuestra era republicana[1], miles de mujeres fueron violadas sexualmente. Esta práctica de tortura y de sometimiento fue sistemática y empieza recién a ser verbalizada, expresada y puesta en evidencia en tribunales, por valientes mujeres que denunciaron el hecho, por miembros de organizaciones de derechos humanos que han buscado colocar la violencia sexual como un método de tortura durante este periodo, y exigir justicia y reparación. Magallanes, película de Salvador del Solar, narra los efectos, las secuelas, en la sociedad peruana, de este tiempo de violencia, a través de una historia de ex soldados que se encuentran con el pasado, con la mujer a la que violaron en Ayacucho, durante la guerra. Esta película busca hacernos reflexionar, mostrar lo que ocurrió; es una película de secuelas de esa guerra sangrienta. Es en parte una película que ayuda a la reparación simbólica de miles de mujeres, muchas que viven aún en el silencio.

Aún tengo una mezcla de sensaciones que no logro describir. Es una película que merece ser vista, no sólo por el contenido, sino por la calidad de las actuaciones, por su capacidad para mostrar este Perú, décadas después de la violencia, encontrándose con un pasado que aún nos marca. Pero las sensaciones encontradas no responden sólo a lo que se vio en la pantalla: Tienen mucho que ver con lo que viví en la sala. A lo largo de la película, en secuencias particularmente duras, las risas cínicas de algunos se imponían, agresivas, frente a la consternación de otros. Me gustaría decir que esos otros éramos la mayoría, pero en el mejor de los casos seríamos la mitad. Estas risas, constantes, fueron en momentos de violencia, física y sexual, que eran asumidos en un código de comedia en medio de un drama, un drama que caracteriza al Perú.

Un episodio me resultó particularmente violento: Magaly Solier, quien demuestra una vez más su gran talento para la interpretación, ante la impotencia que genera el silencio y el olvido, recurre al quechua para gritar, para estallar ante todos, sus victimarios en la película, el público en la sala, el país que quiere borrar la memoria. En este momento, que quienes hayan visto la película sabrán que es el de mayor intensidad y emoción, una mujer sentada atrás de mí soltó una carcajada más, hiriente para quienes, como yo, estábamos ahí. Se reía de esa lengua ajena, de las “otras”, del dolor de la protagonista, y con eso se reía del dolor de miles de mujeres torturadas físicamente y que aún llevan la marca de ese dolor consigo.

No pude contenerme y la miré con dureza. Qué me miras, me dijo. Tu falta de sensibilidad, le dije. La persona a mi lado me pidió que me calmara. Traté de hacerlo. Otra persona en el público volteó y le dijo “si fuera en inglés, también te reirías”. Fue también otra mujer.

Las mujeres somos cómplices también de la violencia que se ejerce sobre nosotras en este país, en esta sociedad. En el Perú, 320 mil mujeres fueron violadas en el 2014. Somos los que reportamos la tasa de violaciones sexuales más alta de la región. Somos una sociedad enferma. Y nos toca a nosotras no quedarnos en silencio, intentar con toda nuestra fuerza revertir esta realidad.

En el Festival de Cine de Lima, Magaly Solier recibió el premio a la mejor interpretación femenina latinoamericana. Al subir al escenario, también habló en quechua. Esta actriz ha expresado su compromiso público con la campaña #DéjalaDecidir. Esta campaña busca que las mujeres que han sufrido violencia sexual puedan decidir libremente, y no obligadas por la sociedad, el Estado y la Iglesia, sobre sus cuerpos.

El Congreso tiene en sus manos la iniciativa legislativa para la despenalización del aborto en caso de violación. En varias ciudades del país, colectivos feministas, de mujeres, están en las calles reclamando a la Comisión de Constitución que agende y emita un dictamen sobre esta iniciativa. Exigimos respeto, Estado laico y derechos humanos para las mujeres. Son nuestros cuerpos, son nuestras vidas, deben ser nuestras decisiones.

Les recomiendo ir al cine a ver Magallanes. Es una película necesaria, de calidad, sobre un trozo de nuestra historia. Vayamos, es buen cine peruano.