Elecciones en la UNSA

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En torno al evento más importante de la historia de mi Alma Mater, la UNSA, expreso mi opinión aclarando que no tengo afán de compromiso con ninguna de las 4 listas que pretenden alzarse con la más alta dirección de la UNSA, sino más bien la de reflexionar sobre hechos que podrían ser de ayuda a la hora de emitir el voto. Mi compromiso ético me impide cualquier acto de proselitismo y no busco proclamarme dueño de la verdad absoluta.

Han pasado 20 años desde que ingresé a laborar a la FAU de la UNSA y he visto mucha agua correr por sus pasillos y aulas. He pagado derecho de piso y he ganado muchos amigos entre colegas y alumnos. He aprendido muchas cosas en lo personal, lo profesional y lo académico. Habiendo obtenido dos maestrías en el extranjero, una en América del Norte y otra en Europa, siempre tuve en mente luchar por hacer realidad en mi Alma Mater, algo de lo que experimente en aquellas otras. En ese entonces me decía :»Hay tanto por hacer en nuestra patria y qué mejor que reconstruir sus universidades para convertirlas en auténticos motores del desarrollo».

Recuerdo que en cada oportunidad que llegaba de retorno al Perú, muy fresco y lleno de nuevos sueños, intentaba poner un granito de arena en esa idea. Sin embargo, muchos de esos sueños nunca se materializaron gracias a ese invisible y tosco muro de la mediocridad enquistada en el gobierno de muchas de nuestras instituciones, incluida nuestra Alma Mater, salvo algunas muy honrosas y pocas excepciones. Descorazonado por ver a la UNSA siempre envuelta en denuncias ocupando paginas policiales, en vez de ocupar páginas de publicaciones científicas e renombre mundial; ocupando páginas deportivas, en vez de ocupar sitiales más dignos de su condición académica. Aun hasta hoy es para mi motivo de una dolorosa realidad, para otros, lo normal y lo tolerable. Para otros tantos, entre alumnos y profesores, la indiferencia es su moneda.

Siento mucha pena y cólera de ver cómo han pasado 20 años de mi vida, para ver tan poco avance y tanto retroceso en una institución que siempre ha estado llamada a asumir un rol más elevado en la historia del país, de la región y de la ciudad. Hoy la UNSA ha quedado convertida en un panal de rica miel, donde la consigna es destruir a los opositores y reinar sin mayor oposición. Y digo reinar, porque al margen de última ley, si quienes tuvieron a su cargo la UNSA hubieran estado investidos con un mínimo de ética y buenas intenciones, no hubieran esperado a esta ley para recién demostrar un rostro democrático y una voluntad para hacer las cosas bien. No hubieran deseado perpetuarse en el poder y hubieran permitido elecciones universales. Pero como sabemos, el poder se ha manejado como una herencia y se ha trasladado entre manos de una misma familia, cual si fuese un feudo privado y aplicando toda suerte de mañas.

Comprar votos y conciencias a cambio de lapiceros, polos, cuadernos, notas; prometer prebendas y posiciones administrativas con remuneraciones adicionales no es la forma con la que un auténtico candidato a rector debe actuar. Interrumpir clases y/o dejar de dictar clases para proselitismo no es sinónimo de ética académica. Ofrecer como un favor personal lo que el Estado Peruano está en obligación de ofrecer a cada estudiante universitario (wi-fi, comedor, pasaje universitario, ambientes limpios, papel higiénico en los baños, tizas y pizarras, entre otras «necesidades») es un engaño y una afrenta el sentido común y al intelecto. Pretender convencer con poses de triunfo y con perfiles de actor de cine, tampoco tampoco. Hay que ser más humilde y más profesional y eso se ve a la legua.

La infraestructura académica es fundamental para asegurar una vida académica óptima, sin embargo, aulas nuevas pero vacías de contenido no abonan para ser una mejor universidad. ¿O acaso lo somos por tener un mega estadio? Se requiere contar con un Campus ejemplar en todo sentido, pero no para alquilarlo por unas monedas, sacrificando días de clases para eventos privados. Por si acaso, somos una universidad pública. Si los privados quieren un campus, que se lo construyan o que se lo pidan a las otras universidades privadas.

Por otro lado, no se pretenda resolver los grandes y profundos problemas internos con el mismo maquillaje que se ha venido estucando la imagen externa de la UNSA. La verdadera cara de la UNSA no debe ser otra que el buen prestigio de cada uno de sus docentes y de sus egresados, con el mejor nivel de inserción laboral tanto en pregrado como en posgrado de estos últimos. La mejor carta de presentación debe ser aquella construida por la cantidad y calidad de sus publicaciones indexadas y no por la cantidad de doctorados honoris causa otorgados a jueces comprometidos con el interés judicial de algunos.

Es hora de cambiar de dirección y sólo quien posea una buena brújula y un buen plan puede asegurar un cambio para mejor. Los demás, solo nos llevaran en rumbo extraviado, de tumbo en tumbo y con más de lo mismo.

He escuchado a los 4 candidatos y he meditado sus propuestas; aunque en realidad mi voto ya estuvo decidido desde hace varios años atrás, cuando regresaba al país con grandes y caros sueños en la mano. Votaré por quien me inspira más cercanía a esas añejas aspiraciones que, luego de 20 años de espera, quieren tomar cuerpo y materializarse. No votaré, como es lógico y saludable, por quienes hicieron de estos 20 años, una pérdida de tiempo para mi Alma Mater, para mi ciudad y para mi país.

Ustedes decidan.