Hinostroza o la congruencia de la poesía

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A 50 años de Consejero del Lobo, desde que viera la luz por primera vez en Cuba, Lustra editores ha tenido el buen tino de publicarlo nuevamente en una edición comentada y anotada que compara las dos primeras ediciones del poemario y fija la versión definitiva autorizada por el autor. 

La poesía de Rodolfo Hinostroza es la congruencia y síntesis de lo que es el deber poético en nuestros tiempos: un explorador de nuevos mundos dentro del mundo, sin dejar de ser un esteta onírico, un asceta cínico y un apostador de palabras. Palabras que usa como su vehículo de cognición y construcción del mundo, palabras dotadas de una red de fibras, rizomas y raíces que se hunden hasta nuestros más recónditos terrores y deseos, de donde son los dioses y demonios, como decía Blake.

Desde su primer libro, Consejero del lobo, la poesía de Hinostroza ha estado dotada de un amplio inventario de imágenes insinuantemente enigmáticas que irrumpen hasta los niveles más primarios donde se pueden descubrir los orígenes de las experiencias humanas: símbolos y ritmos profundos de la psique que la poesía toca y les devuelve corporidad y aliento. Esta exploración, dotada cada vez de más recursos, se hizo patente también en su siguiente libro, Contranatura, así como en Nudo borromeo, publicado luego de un prolongado silencio de décadas.

Las circunstancias en que nació Consejero del lobo son del todo sui generis: escrito una parte en Lima, básicamente la mayor parte fue inspirada y expirada en La Habana entre 1962 y 1963, durante el cerco contra Cuba y la crisis de los misiles entre EEUU y la URSS, en medio de la tensión y el estado de terror que se respiraba en un país en peligro inminente de invasión, donde el autor pasó su cumpleaños número 21, el año 1962, metido en una trinchera, brindando con una taza de chocolate con sus compañeros, descreído totalmente de la idea de revolución a la cubana, pues él había vivido todo ello de cerca, y como preparaban a los jóvenes idealistas en guerrilleros, lobos, que mandaban a morir y sobre todo, a matar.

Lo demás es historia conocida. Gracias a los buenos oficios de Lezama Lima se llegó a imprimir el poemario en la editorial El Puente pero con una condición: el veto exigía que solo circulase fuera de la isla, en los otros países comunistas donde no se hablaba el castellano. Así que Rodolfo, llegado a Perú y contrabandeando sus propios poemas a través de cartas que una amiga le enviaba de Cuba pues no le dejaron traerse ni una sola copia de ellos consigo, el 7 de noviembre de 1965 lo publica en Perú. Para ello ya había tomado una distancia bastante grande con los poetas de su generación: “En la absurda polémica poetas puros-poetas sociales, opto por una tercera posición en la negatividad”, escribió en Reflexiones Sobre el Asunto Poético.

Si uno quiere rastrear las influencias de Rodolfo, y que él mismo más de una vez ha mencionado, pues no tiene nada más que volver los ojos a los grandes: Saint-John Perse, especialmente el Perse de Anabasis, Eliot, Rilke y el viejo Ezra Pound, poeta escorpiano como lo son los mejores, del que se puede ver ese gran desarrollo de técnicas vanguardistas enfocándolas a propósitos de retaguardia que arrancan de cuajo al lector de su rutina con el fin de hacerlo vivir en la sangre y en las entrañas un sentido de comunidad. Todo esto amalgamado con las propias vivencias de Hinostroza, plasmadas con toda su vitalidad y alegría y miedo en su poesía a través de una lengua que tiene la ventaja de estar íntimamente unida a la experiencia que permite al poeta dejar a un lado las abstracciones del pensamiento racionalista y apoderarse de sus lectores asiéndolos “por la corteza cerebral, el sistema nervioso y el aparato digestivo” como proponía Eliot.

En Reflexiones sobre el Asunto Poético ya había adelantado su intención: “En Consejero… yo traté de centrar una experiencia dentro de los marcos de lo social, en cuanto involucraba una guerra total. Así, la angustia colectiva vivida, y la angustia personal encajaban en un todo armónico. O sea que el núcleo del libro nunca fue intelectual (No hay núcleo intelectual) como decían los advenedizos, sino que se basaba en una experiencia-clave. O sea, el bloqueo americano a Cuba, los días de octubre y la cohetería, y la amenaza de la guerra. O sea que al hablar de todo lo que rodeaba esta experiencia, no me sentí hacerlo meramente a título personal, sino en tanto que raza humana. Igor Caruso acierta: “Hay una dialéctica viva que hace que, al hablar de un hombre, se hable de los hombres”.

En Consejero del lobo los poemas de arte menor, es decir de versos cortos, destacan por ser un conjunto de pequeñas iluminaciones, satoris, en el lenguaje de la poesía japonesa, imágenes aparentemente inconexas: “la lección de Rimbaud bien aprendida”, diría Marco Martos; pequeñas epifanías, revelaciones, como los Dublineses de Joyce. Los poemas de arte mayor tienen bien definida esta lengua de la que les hablé, donde la violencia de la metáfora se corresponde con la violencia de lo metaforizado, desarrollando sus propios sistemas simbólicos cerrados, apuntalando piedras angulares de estructuras sincrónicas completas, modelos exhaustivos para el control y explicación de la realidad histórica, lengua que no tarda en internarse en las trochas claroscuras del erotismo y la ebriedad, como lo propusiera Baudelaire: “Hay que estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es el único problema. (…) Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como gustéis”. Baudelaire quien fue el primero que percibió muy rápidamente el problema de la poesía en la sociedad actual: si el flujo y el cambio, lo efímero y lo fragmentado constituyen la base material de la vida moderna, la definición de una estética dependía esencialmente de la posición del artista con respecto a esos procesos. EI artista individual puede rebatirlos, adoptarlos, tratar de dominarlos o, simplemente, dejarse llevar por ellos, pero no puede ignorarlos.

Son estos y muchos otros los logros que se hacen patentes en Consejero del lobo. Su presencia dentro del corpus poético en idioma español es importante pues lo enriquece y lo abrió a otras nuevas exploraciones. Exploraciones mundanas, nacidas en la boca de la sangre, que incendiando el mundo lo hacen crecer.