¡Al pasto, ni con el pétalo de una rosa!

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Circula en las redes sociales una imagen de la Plaza de Armas de Arequipa con el título: ”Respetemos Nuestra Plaza” y debajo, con letras mayúsculas: “NO TE SIENTES EN LAS ÁREAS VERDES” (sic). Los comentarios en las redes sociales no se han hecho esperar, surgiendo opiniones a favor y en contra, cada quien defendiendo su punto de vista.

Pues bien, lo primero que se debería observar es la falta de criterio en el manejo del concepto de área verde por parte de la Municipalidad Provincial de Arequipa – MPA. Da la impresión que el objetivo de la idea es proteger el césped de la presencia humana, tal cual se aprecia en los enrejados de muchos parques de la ciudad, como única y eficaz medida para mantener a odiosos ciudadanos alejados de hermosas y exuberantes plantas en floración, aun cuando también por temas de seguridad barrial.  En todo caso, pareciera que para la MPA el simple acto de sentarse sobre el césped es inapropiado y que dicha acción no debe ser permitida pues, (no cabe otra justificación) estaría estropeando la integridad física de dichos céspedes. Curiosamente, la ciudad adolece de áreas verdes y con esta medida las pocas que hay serian sólo para verlas y, mientras de más lejos, mejor.

Así las cosas, estaríamos frente a un municipio que, de manera algo torpe y miope, pretendería limitar un atributo esencial de todo espacio público y conculcar un derecho fundamental que todo ciudadano tiene, cuales son: a) acceso irrestricto e ilimitado a calles y plazas, y b) gozar de un ambiente sano y equilibrado. Se podría entender que la súbita obsesión municipal de impedir el uso de las zonas de piso blando de nuestra principal plaza se deba a los posibles daños en los macizos florales y arbustos; sin embargo, se debe tener en cuenta que estos macizos florales, además de poco estéticos, son estacionales y que nadie, en su sano juicio, podría sentarse sobre plantas, salvo algún caso aislado de vandalismo o de una revolución colectiva.

Molesta mucho que se crea que el único lugar para depositar glúteos, a quienes así lo deseen en la Plaza de Armas, sea única y exclusivamente sobre una banca; muchas de las cuales no reciben ni sombra, ni penumbra, ni viento fresco y húmedo; aspectos cruciales en una ciudad con tan altos índices de radiación solar y sequedad.  De otro lado, y para refutar los argumentos de semejante prohibición, no existen evidencias científicas que demuestren que sentarse sobre el césped es una mala práctica ciudadana. De ser así, con toda seguridad el alcalde de Nueva York, por citar alguno, seria el primero en impedir la libre circulación sobre los verdes prados del Central Park a sus casi 25 millones de visitante anuales, especialmente en verano cuando miles de ciudadanos se echan a descansar sobre sus verdes llanos, los cuales soportan dicho uso sin mayores inconvenientes. Y, en el hipotético caso de haber evidencia científica, con toda seguridad los rectores de todas las universidades del mundo prohibirían drásticamente que sus estudiantes se sienten a estudiar, departir y/o simplemente a descansar, sobre las inmensas praderas de sus vastos y verdes lawns, aun a costa de ser repudiados por necios.

De hecho, estar sentado o completamente echado sobre el césped es menos dañino que estar de pie, por obvias razones de la física elemental. Inclusive, y no con poco sarcasmo, podríamos argumentar que de ser ciertas y valederas las razones de la MPA, entonces habría también que proscribir a los futbolistas de los gramados locales, cosa que resultaría muy cómica y descabellada, pues para eso precisamente se coloca césped en las canchas de futbol, para ser pisadas y trotadas por seres humanos. Sin ir muy lejos, la medida municipal sería absurda de aplicar en el caso de los modernos parques-cementerio de la ciudad, donde la única manera de circular es precisamente sobre grass y, en muchos casos, algunos visitantes suelen descansar su visita sobre el mismo grass. Muy cerca de estos parques-cementerio podemos apreciar el caso del nuevo Hipódromo Arequipa, cuya pista interna es una pista de césped… para caballos!

Pretender conservar las áreas verdes de la Plaza de Armas, como de cualquier otro parque urbano implica, ente otras tareas, mejorar sus sistemas de riego, sus regímenes de mantenimiento, sus ajardinamientos y su paisajismo. Hay también urgente necesidad de capacitar a nuestros jardineros municipales y, eventualmente, dejar el tema a manos de profesionales altamente especializados en paisajismo urbano. Si se busca limitar el uso del piso blando como asiento, lo que se debe hacer, de manera sutil y efectiva es, promover mejores condiciones ambientales para el mobiliario fijo. Hacerlo más atractivo y útil será suficiente para que el ciudadano o el visitante adopte la mejor opción. Mientras no lo haga, algunos seguirán encontrando frescura y comodidad momentánea sobre un blando y verde pavimento. Por último, si bien el diseño de la plaza y su mobiliario responden a criterios absolutistas de paisaje, imperantes hace varios siglos atrás, es importante adaptarlos a las nuevas condiciones de uso y consumo del espacio público urbano contemporáneo.