Primera crisis

Columnas>Columnista invitado

El  gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski enfrenta su primera crisis ( coyuntura compleja en el proceso de gobierno), esto  tras  conocerse el escándalo del ex asesor presidencial Carlos Moreno (el Negociazo), el incendio del almacén del Ministerio de Salud ( MINSA), con la perdida de tres valerosos bomberos, y el conflicto social ( con un comunero fallecido) de la mina de cobre Las Bambas, controlada por MMG Ltd, una filial de la china Minmetals, donde las comunidades cercanas reclaman el pago de compensaciones y empleos. Sin duda el Gobierno está en plena crisis y el manejo de la misma  dependerá  de su capacidad de respuesta. Hay que tener presente que no existe gobierno perfecto, muchas veces las decisiones que adopta  un mandatario no terminan agradando a todos. Algunos especialistas  proclaman y entienden que la mejor manera de gestionar las crisis es evitarlas, sin embargo podríamos decir que lo mejor es estar preparado para ellas. Pero desde los gobiernos, no siempre se está, ni se puede estar preparado previamente para reaccionar ante  crisis, más aun si no se cuenta con un partido oficialista medianamente consolidado ni con cuadros técnicos y políticos que puedan respaldar al Ejecutivo,  y eso termina condicionando  en gran modo la percepción de la población sobre la  gestión presidencial. Es por ello que el manejo de crisis es una circunstancia que toda administración debe contemplar. Un escándalo político, una privatización impopular,  una caída súbita en la popularidad del Presidente, entre otros; suelen ser problemas comunes en toda gestión presidencial. En cualquiera de estos casos el gobierno no puede permanecer pasivo e inerte,  viendo cómo se resquebraja la base de su legitimidad. Para esas circunstancias  se requiere elaborar y poner en marcha una serie de estrategias  direccionadas a la solución de esos inconvenientes, antes de que los mismos  se agraven más. Téngase presente que una crisis genera amenazas, urgencias e incertidumbre y pone a prueba fundamental la flexibilidad de las élites de gobierno ante retos rápidos y altamente vinculados. Lo ideal es  “querer salir bien”; sin embargo hay ocasiones en que solo se puede aspirar a “querer salir”. Lamentablemente ya se empieza a denotar  algunas debilidades de esta nueva gestión presidencial. Lo cierto es que mientras se demore más en responder correctamente y aclarar las dudas  sobre  estos escándalos, decaerá considerablemente el liderazgo y transparencia del Ejecutivo. El momento político exige  marcar un punto de inflexión y esperemos que el gobierno lo entienda así.