Una casona muy antigua, con cuartos, pasadizos, escaleras que van de un lado al otro, la luz tenue y en algunos casos solo velas, la luna llena, el sonido de la gente subiendo y bajando, hablando en susurros, de pronto un grito que sale de una habitación, me pregunto que hago aquí si yo le tengo miedo a la oscuridad y no veo películas de terror desde que a los 9 años me escondiera en el cine Ópera de mi barrio creyéndome el mas vivo de todos los muchachos y me espantara para siempre al ver La profecía en pantalla gigante.
Bueno, no me queda otra, me dejo ir por las habitaciones, entonces me cuentan cinco pequeñas historias terribles, sicóticas, angustiantes, mi imaginación completa se echa a volar. Siento el miedo mío y el de los que me rodean, uno de ellos, en medio de una escena, pega una mentada de madre inmensa del tamaño de su miedo o quizás de su trauma.
Cuando termina la obra me voy lleno de preguntas, algo me produce esa necesidad de caminar, pensar y ordenar las emociones que estoy teniendo.
¿Qué me produce tanta angustia?
Entonces lo descubro en medio de la noche de inmensa luna: en esta obra de teatro no hay padre.
Son familias partidas, disfuncionales, de relaciones terribles de carencias profundas, de madres dominantes, asesinas, carnívoras, de mujeres fetiche, rotas quizás también por su propia falta de padre.
Durante los últimos años se habla de que el Perú es un país sin imagen paterna. Por esa razón buscamos autoritarismos, buscamos alguien que ocupe ese lugar en el imaginario nacional, un conflicto armado que duró veinte años y que dejó miles de huérfanos y huérfanas, un exilio masivo durante los años de la dictadura que volvió a dejar miles de niños y niñas abandonados por los padres que fueron a buscar mejores condiciones de vida para ellos y sus familias y miles de mujeres abandonadas por sus parejas que se van de las relaciones, que abandonan el hogar cuando hay demasiado conflicto o que viven la característica muy peruana de tener varias familias, como dice el dicho que los justifica:
Mi esposa es la firme, ella es la catedral, las otras son solo capillas.
Tomo algunas afirmaciones de los expertos:
El padre es una figura vital en la formación de la personalidad. Todo lo que él pueda brindarle al hijo sirve para moldear diversos aspectos de su psiquis, ya sea para bien o para mal. El rol de este personaje es tan importante que hasta su ausencia deja una marca profunda.
La falta de atención y afecto paterno puede hacer que la persona no desarrolle una autoestima sólida. Esto se agrava cuando hay rencor, ya sea porque el padre dejó el hogar por irse con otra mujer, porque ni siquiera reconoció su paternidad, en fin. Dicho resentimiento puede manifestarse muchos años después, en las relaciones de pareja, en el trabajo, en otros escenarios.
La falta del padre genera hombres y mujeres sin ninguna seguridad en sí mismos, duda permanente de que alguien los pueda amar, miedo al abandono del cual sienten que son merecedores. Para una hija es vital, el padre le enseña cómo debe ser tratada por su futura pareja, es el primer amor y la seguridad que la llevará a buscar una imagen muy cercana en sus relaciones.
Vuelvo a los expertos que hablan en el caso específico de las mujeres:
¿Qué se produce ante la falta de la imagen paterna en la familia?:
1) Profundas heridas en el amor y la autoestima. No sentirse “merecedora” del amor, convencida de ser incapaz de tener una pareja que valga la pena; muy insegura; fea; celosa; poco interesante, por lo que rechaza inconscientemente parejas valiosas y a cambio acepta hombres que tienen poco para ofrecer pero que generalmente son cariñosos, con los que llena el vacío.
2) Autosuficiencia. Ya que no tuvo un padre que la protegiera aprendió a cubrir ella sus necesidades; “no necesito a nadie” es su lema, detrás de lo cual está el dolor de “no tuve a quien necesité”, lo que puede llevarla a no armar pareja o bien a elegir un hombre que no le importe, que sólo sea funcional a sus necesidades. Una mujer que no se arriesga, no se entrega al amor y huye de las relaciones realmente significativas.
En esta obra no hay padres, en muchas vidas no hay padres. Una ausencia profunda que hace que estemos enfermos de afecto.
Continuaremos con la reflexión. Por ahora vayan a verla.
Ficha técnica:
«PARAPSICOSIS»
ASOCIACIÓN CULTURAL TEATRANDO.
Dramaturgia: Gonzalo Rodríguez Risco, Sebastián Eddowes, Carolina Black, Regina Limo, Roberto Palacios.
Dirige: JUAN JOSÉ OVIEDO (grupo Cientos Volando – Lima)
Lugar: CASONA (Calle Puente Bolívar 210, Umacollo – a media cuadra del puente de fierro por la U católica)
Todos los jueves, viernes y sábados de noviembre a las 20:00 horas. Mayores de 14 años.