El Futuro de la democracia cubana post castrista

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Por Ovidio Velasco Velásquez (*)

En el año 2008 escribí un libro llamado “Revolución Cubana, Utopía y Realidad” producto de periplos personales por aquella bella isla caribeña. Sobre el futuro de Cuba post castrista transcribo aquí parte de lo que en ese ensayo planteo, producto de mi propia vivencia personal, más una reflexión final a la luz de los últimos acontecimientos.

Cuba tiene el reto de reconstruir su aparato productivo con el objetivo de elevar su competitividad internacional y ampliar su capacidad de importar. En el momento presente la competitividad está relacionada con el patrón tecnológico emergente que está impulsado por dos corrientes que se realimentan. Por una parte, la difusión de las tecnologías de información, que se apoya en los adelantos de la microelectrónica y, por la otra, la diseminación de un nuevo modelo gerencial y administrativo, lo que posibilita la conexión de los ciclos productivos y comercial.

Cuba enfrenta el desafío de realizar su reconversión productiva teniendo en cuenta las especificidades de las principales actividades económicas. Así, la industria manufacturera cubana revela altos insumos de energía, escasa automatización, sobredimensionamiento de sus escalas de producción y esquemas inflexibles de producción.  Se debería establecer una política industrial tendiente a la consolidación del perfeccionamiento empresarial, al mejoramiento de la infraestructura tecnológica, la integración de cadenas productivas y al mejoramiento de la disponibilidad de divisas.  Cuba también debería apoyar su desarrollo futuro en la industrialización y procesamiento de los recursos naturales conocidos (caña de azúcar y yacimientos lateriticos de minerales polimetálicos como hierro, níquel y cobalto) y desarrollar actividades suministradoras de insumos, servicios de ingeniería y equipos para ellos.

El desarrollo de clusters como el cañero – azucarero; cluster de turismo para las riquezas naturales de Cuba, como playas y sol mediante el desarrollo del ecoturismo y el turismo medicinal; clusters en torno a la gestión del conocimiento, como los servicios de salud, los centros de investigación – por ejemplo, los de ingeniería genética y biotecnología, la industria farmacéutica y de equipos médicos desempeñarían un importante papel.

Un país en desarrollo como Cuba no está obligado a reinventar lo que está ya descubierto, sino aprender y luego adaptar creativamente (leap – frogging) los conocimientos existentes en las naciones más desarrolladas. Cuba tiene grandes posibilidades de asimilación de conocimientos importados o generados nacionalmente, en virtud de los avances logrados en su educación básica y el acceso de toda la población a la educación permanente. En síntesis, Cuba está desarrollando una economía apoyada en el conocimiento y tiene potencialidades en el futuro para aprovechar mejor su ventaja educacional altamente competitiva en relación al resto de America Latina.

El fracaso del socialismo cubano y de los socialismos del siglo XX en el mundo (ajustados al paradigma marxista) desde el punto de vista económico, se debió en buena medida a sus pocas productividades, que los colocó en una desventaja irrecuperable detrás del capitalismo. El binomio improductividad / redistribución en los regímenes socialistas reales trajo como consecuencia nivelaciones hacia abajo.

Paradójicamente, todos los países pobres que emprendieron revoluciones sociales en el siglo XX estaban saliéndose de la cartilla de Marx, como la ex – URSS, China o Cuba; curiosamente hoy, algunos Estados en nuestro hemisferio continúan descarriados del libreto del gran teórico de El Capital. El sistema de propiedad estatal o comunal (cooperativa) propios de un modelo socialista se ha convertido en una traba infranqueable en el desarrollo de los países socialistas.

En la propiedad privada, la tendencia egoísta de los seres humanos los lleva a maximizar utilidades con menos esfuerzo y riesgo, como lo plantearon los teóricos del capitalismo como Adam Smith. El problema radica en que la ambición capitalista es el gran motor para la generación de riqueza, de manera que la solución tal vez no consista en demonizar el empuje individualista sino en utilizar y controlar ese egoísmo sin dejar de sere productivo, y tampoco se generen groseros abismos de desigualdad, pero a la vez generando riqueza que ellos saben cómo generar.

La interrogante es: ¿Cuánta intervención del Estado puede soportar una sociedad sin que sus empresarios renuncien a la producción? o a la inversa, como lo formula John Rawis en su libro Teoría de la Justicia: ¿Cuánta riqueza puede adquirir una persona sin lesionar la justicia distributiva del resto de la sociedad? La respuesta propone un límite teórico que no es nada fácil de establecer en la realidad. Toda riqueza que no altere la justicia distributiva de la sociedad es legítima, digamos, si la acumulación de riquezas de un empresario no lesiona ningún derecho sea económico, cultural o ecológico a los integrantes de la sociedad.

La revolución cubana ha traído aparejada una revolución cultural en la población con profundos cambios de conducta y sentimientos de compromiso con lo público, de respeto y responsabilidad con los demás y con un alto conocimiento de los valores de equidad y justicia. La sociedad civil cubana ha experimentado un proceso de maduración a través de este casi medio siglo de cambios sociales. Es una sociedad que ha aprendido a guardar distancia entre la utopía del socialismo marxista y el irracional pragmatismo del capitalismo subdesarrollado propio del resto de países latinoamericanos. Es una sociedad que sabe, que lo que importa es vivir en un Estado de Bienestar.

Desde el punto de vista teórico, la revolución cubana deja un legado de interrogantes para los cientistas sociales de nuestra américa: 1) ¿La revolución cubana representa un cambio de paradigma aún en elaboración?, 2) ¿hay necesidad de construir un nuevo paradigma no capitalista y no comunista, es decir una nueva teoría sociológica de interpretación de la realidad?, 3) Por el contrario, ¿Se debería recrear el marxismo a la luz de la misma fuente: el análisis dialéctico – histórico? 4) O ¿Hay la necesidad de recrear el capitalismo con rostro más humano?

Cualquiera que sea la respuesta, ésta debería estar sustentada sobre bases teóricas sólidas y con rigor científico, siendo pertinente para el caso latinoamericano volver a releer las tesis relativistas de espacio – tiempo – histórico.

REFLEXIÓN FINAL: El futuro de la democracia Cubana post castrista será muy diferente al resto de América Latina y de los países del tercer mundo. –  Cuba es un país del tercer mundo en lo económico, como lo son los países latinoamericanos; países del primer mundo en los económico son los países capitalistas desarrollados como Estados Unidos y la mayoría de los europeos.

Sin embargo, Cuba es un país del primer mundo en lo social, cultural y desarrollo humano; esa es la única herencia de la revolución que le otorga una considerable ventaja al resto de los países latinoamericanos. La revolución por definición es cambio, y en palabras del propio Fidel, lo que haya que cambiar en Cuba hay que cambiarlo; un retorno a una economía de libre mercado es inminente, pero en una sociedad diferente al resto de Latinoamérica, que no tolerará el monopolio ni oligopolio, la corrupción estatal ni la delincuencia de la población, que hoy son casi inexistentes.

Son casi sesenta generaciones de cubanos que han modificado su ADN social y esa es la mejor garantía para que en Cuba se implante el nuevo capitalismo del siglo XXI.

(*) El autor es Director de la Escuela Medicina Veterinaria de la Universidad Católica de Santa María