En la oscuridad del teatro se escuchan sonidos mezclados y respiración expectante de más de doscientas personas quienes coincidieron en una sola cosa: verla actuar. Jimena Lindo llevó al público arequipeño a un viaje con su niño interior durante una hora y media. Aún se puede escuchar los aplausos de pie al finalizar la obra.
«La vendedora de fósforos» es la obra que se presentó el sábado pasado en el Centro Cultural Peruano Norteamericano. Estuvo dirigida por Guillermo Castrillón, y dejó una grata impresión entre los asistentes.
Jimena fue ganadora a mejor actriz de obra peruana otorgado por la Asociación Iberoamericana de Artes y Letras, (AIBAL). Un teatro post-moderno no lineal sin proponer una sola verdad y sin romper la unidad; un teatro que evita a la modernidad de la razón donde existe una sola historia.
«La iniciativa la tuvo Jimena», comenta Guillermo mientras se toma un sorbo de su café. «Era su cuento favorito de niña, aún la sigue conmoviendo». Nueve meses duró la preparación de la obra, entre diversas etapas de improvisación, danza y performance.
Esta puesta en escena pretende crear un imaginario propio, en que la niña resucitaba y se daba una nueva oportunidad. En ese imaginario, nosotros podemos hacer que nuestro niño interno cambie su vida. La propuesta es que cada uno enfrente sus mayores temores y se acerque a esos puntos donde se encuentra la verdadera solución de sanarse.
Jimena se dirige a los actores arequipeños
Jimena Lindo da un claro mensaje a todos quienes aspiran a hacer teatro: Eviten compararse.
«Cada trabajo es radicalmente distinto, siempre se empieza de nuevo. Siento que es importante encontrar tu propia forma de trabajar, valorar tus propios talentos. Y cuando lo descubras, pregúntense: ¿Ahora que hago con esto?». A pesar de tener una carrera actoral de 25 años, ella siente que «La vendedora de fósforos» le ha traído cosas lindas al aceptar a una niña quebrada que, literalmente, moría de frió y hambre. Es un tránsito hacia la sanación a través de un ritual dispuesto a romper esa cuarta pared.
Finalmente, Jimena y Guillermo coinciden que el teatro puede mejorarnos como personas, porque el trabajo es muy introspectivo.
El teatro busca ser honesto y no negar esos lados oscuros. Te enseña a no tener miedo, a reconocerse. Te ayuda a ser más completo, más real, aceptándote con todos tus matices».