Miserable

Columnas>La columna

Desde que se anunció el indulto, la esperanza que el casi octogenario aún presidente del Perú, reaccionara de alguna milagrosa manera, se ha perdido para siempre. Nuestra patria está sumida en la oscuridad.

Desde entonces, solo se puede ver falsedad, mezquindad y ruindad en las esferas del poder.

Los fujimoristas derrotados se trepan a la otra baranda sin rubor. Los ministros se aferran a sus cargos de turno, enterrando su propia dignidad. La figura que simboliza la falta de vergüenza, Mercedez Araoz. Los dos bandos de la izquierda culpándose mutuamente, incapaces de la serenidad. Juraría que tirios y troyanos de nuestra política han sepultado su carrera en estos días.

Los dos congresistas por Arequipa que pertenecen a PPK, también dan un espectáculo lamentable. Como si no vieran las negociaciones en sus narices, ensayan explicaciones torpes e indignas. Podían no tener todas las luces consigo, pero no tenían que chapucear en la miseria moral, encima por TV en vivo.

Aunque Kuczynski no se haya dado cuenta, es obvio que ahora gobierna el fujimorismo. Convertido en paupérrimo rehén de la maquinaria naranja, PPK es hoy el símbolo de la más vergonzosa indignidad. No merece ni siquiera la conmiseración del pueblo.

Como símbolo de lo que PPK y su gobierno representan, Araoz ofrece 33 millones de soles para las víctimas de la violencia. Esto es, un sol por cada peruano. Como si nos arrojaran esas monedas al piso, a cambio de la integridad, el espectáculo farsesco de la política se ha vuelto intolerable. Un país está siendo arrastrado por el lodo de la traición, la mentira, la angurria, el aprovechamiento, la falta de palabra, la miseria moral.

No hay asomo de dignidad en el gabinete que queda de PPK. No escrúpulos, no vergüenza, no enmienda, sino indigencia espiritual. Así sera recordado para siempre.

La vocación por la traición es casi una adicción. Solo para hablar del tiempo reciente: traicionó a sus electores apenas asumió el gobierno; traicionó a los ministros que dejó caer por congraciarse con el fujimorismo, traicionó su promesa de no indultar a «Arberto»; traicionó a los asesores que llamó desesperado cuando estaba al borde la vacancia; traicionó a sus ministros jurando que no tenía cartas bajo la manga, traicionó a los congresistas que lo apoyaron en día de la vacancia, negociando con el otro bando el indulto; traicionó a los familiares de las víctimas al no recibirlos nunca; y traicionó a la decencia con su vil comportamiento.

En este momento, solo tengo un calificativo para este sujeto: MISERABLE